Divierte con astucia de hábil comediante, con las justas, preciosas armas de la legendaria comedia francesa, como si se tratara de una comedia de enredos, un delicioso vodevil capaz de conducirnos a cualquier parte donde Adjani Adjani Adjani nos convenza de que no envejecerá jamás y que permanecerá mintiéndonos y mimándonos cuantas veces a ella se le antoje.

Ilustra porque trasunta episodios reales de una Francia que cambiaba radicalmente con las botas alemanas en el salón comedor mientras variados personajes entrecruzan angustias, temores, audacias y traiciones, al mismo tiempo que la vida sigue con sus mezquindades y sus grandezas.

Emociona porque cuando la comedia se pone a un lado se da paso a un torrente de preciosas
ambiciones que, a su vez, se dan tiempo para dulces encuentros entre sombras.

Apasiona porque todo el entrelazado del guión es un prodigio de comedia dramática en el que nunca decae el ritmo ni el interés, hasta dar con el propio título embozado en un coche y la voz de Adjani Adjani Adjani reflejando lo pueril sumergido en la grandeza de una fuga que hará historia.

Divierte, ilustra, emociona y apasiona ver todo esto en manos del mismo realizador de la genial Cyrano de Bergerac, contando con un reparto de extraordinaria riqueza en el que, una vez más, resulta muy gratificante contar con Virginie Ledoyen y el gran Depardieu en una de sus estupendas colaboraciones llenas de oficio y elegancia.

Y por último, aunque podría seguir y seguir: la maravillosa banda sonora de Gabriel Yared.