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Voto de Javi:
9
7,2
6.757
Drama
Una pequeña ciudad alemana, poco tiempo después de la I Guerra Mundial. Anna va todos los días a visitar la tumba de su prometido Frantz, caído en la guerra, en Francia. Un día, Adrien, un misterioso joven francés, también deja flores en la tumba. Su presencia suscitará reacciones imprevisibles en un entorno marcado por la derrota de Alemania. (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2017
101 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
François Ozon dirige una película llena de sentimiento en la que reina el misterio. No podemos dar nada por sentado hasta el último minuto, y ahí reside la fuerza de la película, la cual se te hace corta si consigues dejarte atrapar por la historia de un desconocido que necesitamos conocer. Anna es una joven alemana con toda la vida por delante pero aferrada al pasado por culpa de la muerte de su prometido en la I Guerra Mundial, pero es el mismo pasado el que le hace sonreír y mantener la esperanza en la vida gracias a Adrien, un francés que conoció a Frantz en la guerra. La estructura de la historia, las narraciones del pasado, la evolución de los personajes, la presencia de la música, el juego del color y el blanco y negro... Una perfecta melodía de recursos audiovisuales y narrativos que la convierten en una obra maestra del séptimo arte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El guión de la película y la manera en la que está hecha da para mucho de qué hablar pero me centraré en tres aspectos clave que puede que sean los más importantes y a su vez impactantes:
- La mentira. Gran parte de la película es una mentira de Adrien hacia la familia de Frantz y al mismo espectador, ya que el director nos muestra lo que cuenta con tanta frecuencia y desde tan pronto que es difícil negarse a que eso sea cierto; por esto es fácil llegar a confundir la amistad que tiene Adrien con Frantz con una relación homosexual debido a su comportamiento en cierto sentido antipático y agrio cuando Anna le pregunta si hablaba de ella o cuando intentan indagar más en su amistad con él y él no se desenvuelve con facilidad en la conversación; la escena en la que le enseña a tocar el violín a Frantz es clave para dudar del tipo de amistad que suponemos que tuvo con Frantz. Por último aclarar que la música es un factor de gran peso en el tema de la mentira ya que es algo que une a Frantz con Adrien y a su vez es la que impide que Adrien siga fingiendo cuando está tocando en el salón con Anna y es la que hace que Anna se levante del piano al final de la película debido a que no puede fingir lo que siente por Adrien.
- El perdón. Puede que sea lo más chocante y lo único que puede quitarle veracidad al argumento, pues perdonar al asesino de tu prometido y enamorarte de él es algo que cuesta asumir, pero aún así puede ser creíble; recordemos que Adrien viaja hasta Alemania para suplicar el perdón, necesita borrarse una culpa imborrable. Desde un pensamiento algo disparatado se puede comprender el perdón, ya que al fin y al cabo Frantz muere en una guerra y pudo haber sido asesinado por alguien que lo tomara como un alemán más que ha muerto. Lo que le dice el cura a Anna en el confesionario es lo que nos abre los ojos y nos hace ser compasivos con Adrien, pues resulta casi igual de disparatado perdonar como viajar de Francia a Alemania después de la Guerra para pedir perdón a los padres de la persona que mataste; el viaje en tren de Anna hacia Francia le hace entrar más en razón y comprender por lo que pasó Adrien para ir a Alemania, pues ambos países mantienen odio mutuo y se alegran de la muerte del prójimo de manera absurda, ya que, como bien dicen, a los alemanes les enseñan francés en el colegio y a los franceses alemán para que al cabo de unos años las circunstancias hagan que luchen entre ellos. El discurso del padre de Frantz nos ayuda también a ver el sinsentido de la guerra y aquello de alegrarse por ganar o enfadarse con el enemigo porque maten a tu hijo después de haber incitado a tu hijo a que luche.
- La vida y la muerte. Ambos protagonistas son jóvenes y mantienen en común el deseo de vivir y el intento de suicidio cuando no le ven sentido a la vida. Aquí hay un elemento que une a ambos y es El suicida, de Edouard Manet, que de primeras pensábamos que mantenían en común Frantz y Adrien. La película acaba con este cuadro y la frase de Anna que dice algo así como "me da ganas de vivir", algo irónico viendo lo que representa el cuadro pero que si nos paramos a pensar dice demasiado; si Anna se hubiese quedado en Alemania sería una joven guapa con mucha vida por delante pero amargada en el recuerdo (recordemos que llega a plantearse seriamente casarse con Kreutz, aquel hombre mayor al que no quería, por culpa de la presión social que obliga a una mujer a casarse joven y no acabar sola ya que estaba muy mal visto); es gracias a Adrien por quien llega a desaparecer el blanco y negro, su vida adquiere color al terminar la película, el cuadro le recuerda a que hay vida más allá del lugar donde vive.
- La mentira. Gran parte de la película es una mentira de Adrien hacia la familia de Frantz y al mismo espectador, ya que el director nos muestra lo que cuenta con tanta frecuencia y desde tan pronto que es difícil negarse a que eso sea cierto; por esto es fácil llegar a confundir la amistad que tiene Adrien con Frantz con una relación homosexual debido a su comportamiento en cierto sentido antipático y agrio cuando Anna le pregunta si hablaba de ella o cuando intentan indagar más en su amistad con él y él no se desenvuelve con facilidad en la conversación; la escena en la que le enseña a tocar el violín a Frantz es clave para dudar del tipo de amistad que suponemos que tuvo con Frantz. Por último aclarar que la música es un factor de gran peso en el tema de la mentira ya que es algo que une a Frantz con Adrien y a su vez es la que impide que Adrien siga fingiendo cuando está tocando en el salón con Anna y es la que hace que Anna se levante del piano al final de la película debido a que no puede fingir lo que siente por Adrien.
- El perdón. Puede que sea lo más chocante y lo único que puede quitarle veracidad al argumento, pues perdonar al asesino de tu prometido y enamorarte de él es algo que cuesta asumir, pero aún así puede ser creíble; recordemos que Adrien viaja hasta Alemania para suplicar el perdón, necesita borrarse una culpa imborrable. Desde un pensamiento algo disparatado se puede comprender el perdón, ya que al fin y al cabo Frantz muere en una guerra y pudo haber sido asesinado por alguien que lo tomara como un alemán más que ha muerto. Lo que le dice el cura a Anna en el confesionario es lo que nos abre los ojos y nos hace ser compasivos con Adrien, pues resulta casi igual de disparatado perdonar como viajar de Francia a Alemania después de la Guerra para pedir perdón a los padres de la persona que mataste; el viaje en tren de Anna hacia Francia le hace entrar más en razón y comprender por lo que pasó Adrien para ir a Alemania, pues ambos países mantienen odio mutuo y se alegran de la muerte del prójimo de manera absurda, ya que, como bien dicen, a los alemanes les enseñan francés en el colegio y a los franceses alemán para que al cabo de unos años las circunstancias hagan que luchen entre ellos. El discurso del padre de Frantz nos ayuda también a ver el sinsentido de la guerra y aquello de alegrarse por ganar o enfadarse con el enemigo porque maten a tu hijo después de haber incitado a tu hijo a que luche.
- La vida y la muerte. Ambos protagonistas son jóvenes y mantienen en común el deseo de vivir y el intento de suicidio cuando no le ven sentido a la vida. Aquí hay un elemento que une a ambos y es El suicida, de Edouard Manet, que de primeras pensábamos que mantenían en común Frantz y Adrien. La película acaba con este cuadro y la frase de Anna que dice algo así como "me da ganas de vivir", algo irónico viendo lo que representa el cuadro pero que si nos paramos a pensar dice demasiado; si Anna se hubiese quedado en Alemania sería una joven guapa con mucha vida por delante pero amargada en el recuerdo (recordemos que llega a plantearse seriamente casarse con Kreutz, aquel hombre mayor al que no quería, por culpa de la presión social que obliga a una mujer a casarse joven y no acabar sola ya que estaba muy mal visto); es gracias a Adrien por quien llega a desaparecer el blanco y negro, su vida adquiere color al terminar la película, el cuadro le recuerda a que hay vida más allá del lugar donde vive.