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Voto de Titokrause:
10
Drama Un hombre de cincuenta y cuatro años sale de una cárcel en la provincia de Corrientes. Lo único que quiere es llegar hasta donde está su hija, que vive en un lugar perdido rodeado de agua y selva. Para llegar hasta donde está su familia deberá atravesar un largo trayecto de agua en una canoa. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En otra esfera, más allá de lo que signifique "cine de autor", hay cineastas que se rigen por sus propios códigos, fuera de su época o nacionalidad; a costa de quedar recluidos en ámbitos bastante reducidos o de ser ignorados u olvidados momentáneamente, durísimamente criticados o tal vez exageradamente exaltados (castigo, en cierta medida, justo).
Lisandro Alonso es uno de los grandes representantes, junto tal vez a Weerasethakul o Hou Hsiao-Hsien.

Asistimos en este filme (luego de una bellísima introducción) al viaje de Argentino Vargas, un recluso que termina de cumplir la totalidad de su condena por homicidio en una institución penitenciaria de la selvática y olvidada provincia de Corrientes. Su viaje consiste en tomar una canoa y descender el rio Paraná para encontrarse con su hija. No hay desventuras ni contratiempos, sólo un viaje en el que los espectadores somos meros acompañantes a la distancia, pero que sin darnos cuenta terminamos por ver más de lo que parece.

Vemos a Vargas, un ser recluido durante años, quien repentinamente es soltado al mundo exterior y debe valerse de su "animalidad" para sobrevivir en el entorno.
Vemos el viaje de Vargas, lo vemos comer, follar, matar - para alimentarse-.

Vemos a Vargas en todo momento a distancia, una veda que nos impide ver más allá de lo que es el personaje. De manera respetuosa, Lisandro Alonso no nos muestra todo del personaje, porque hay que recordar que no es un "personaje" como un títere que los espectadores podemos diseccionar desde nuestra butaca, sino que es una persona real (no es un actor profesional quien interpreta a Argentino Vargas, sino es el propio Argentino Vargas), y por lo tanto como espectadores no estamos autorizados a cruzar algunas fronteras: nunca sabemos por qué Vargas es un asesino, porqué fue condenado.
Lo único que sabemos por un diálogo (mezclado entre el guaraní y el castellano correntino) es que Vargas asesinó a sus hermanos, a lo que responde con una evasiva "no sé, eso fue hace muchos años. No me acuerdo de nada, ya se me olvidó todo". Nada más.
No vemos en ningún momento resquicios de su alma, de sus sentimientos, a nuestros ojos se nos antoja un personaje frío, distante, con quien no simpatizamos... pero con quien finalmente empatizaremos.

(ver Spoiler, sobre las otras obras de Alonso)

Una vez concluido el viaje de Argentino Vargas en Los muertos, la cámara simplemente se retira, muy muy lentamente, como una cortina con la que Lisandro Alonso parece decir "El viaje ha terminado, hasta aquí tenemos derecho a ver".
Pero finalmente, quedan las imágenes, las sensaciones, el calor y la humedad del rio, el imponente y bellísimo paisaje selvático de Corrientes… y Argentino Vargas cruzando el rio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Titokrause
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