Lujurioso, excesivo, afligido, atormentado. La vida de Hervé Villechaize daba para película y su entrevista con Sacha Gervasi, hace 25 años, era la excusa perfecta para esta especie de road movie por la noche de Los Ángeles donde fragmentos de la vida de Villechaize se van arrojando a la pantalla. Sin límite. Siendo en definitiva el auge y caída de un artista que se convirtió en obra de arte.

Aparte de la increíble historia de Villechaize, la película sirve también para regalar todo un duelo interpretativo entre Dinklage y Dornan. Una pelea de dos actores perfectos en sus roles. El primero, muy al estilo de su Tyrion: lujurioso, manipulador, chulo y vulnerable. El protagonista de Vías cruzadas nos da otra maravilla de personaje al que es imposible no aplaudir. El segundo, Dornan, se quita el lastre de Christian Grey para brindar un trabajo más personal y menos corporal. Cierto que muy alejado del verdadero Gervasi, con el que no comparte nada en pantalla. Ni el nombre -Daniel Tate es el periodista de My Dinner with Hervé-.

My Dinner with Hervé no es un biopic al uso. Tiene los ganchos suficientes para no apartar la vista de la pantalla. Las dos caras de la fama, un protagonista cautivador, ritmo, reflexión... Producto muy notable de la HBO.

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