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España España · Madrid
Voto de Naran:
9
Drama. Romance. Bélico Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), el joven Alyosha, un soldado de apenas 19 años, gana una medalla como recompensa por su heroísmo en el frente de batalla. En lugar de la condecoración, Alyosha pide unos días de permiso para poder visitar a su madre. De camino a casa, en el tren conoce a una chica, Shura de la que se enamora. (FILMAFFINITY)
12 de junio de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alyosha es un joven soldado ruso que recibe unos días de permiso como premio a su heroica actuación en la batalla. Ese tiempo, lo emplea para ir a visitar a su madre y en el trayecto en tren conoce a la joven Shura de la que se enamora. Sencilla historia para una película encantadora.

Profundizando: Aloysha tiene 19 años y fundamentalmente es un buen chico. Se preocupa por el bienestar de su familia, ayuda a aquel que se cruza por su camino y, como buen ruso, sirve a su patria en tiempos de guerra. Es un héroe, aunque sea por casualidad. Por el camino, se encuentra a Shura, una jovencita rusa, ¡y vaya rusa!. Una aparición estelar: una mirada cautelosa, despojo de unas pocas ropas, una trenza larguísima y una pierna enfundada en una media. En dos segundos, la hermosísima Zhanna Prokhorenko te enamora.

Tres historias: el tullido por la guerra que se resiste a volver a casa por miedo; el camarada que encarga a nuestro protagonista que le lleve un regalo a su mujer, y por supuesto, Aloysha y Shura. Las dos primeras, en un principio similares, contrastan los devenires dispares que la guerra causa en las relaciones. La tercera, amor juvenil retratado con mucha dulzura y honestidad. El cuarto, pero no de propina: el amor entre madre e hijo.

Lejos del tono propagandístico de otras producciones, La balada del soldado se centra en una gran variedad de emociones: infidelidad, lealtad, esperanza, tragedia, desilusiones y cómo no, amor, aunque la atmósfera bélica esté siempre presente. A Aloysha no le importan las medallas, lo que quiere es ir a ver a su madre. A los ciudadanos rusos tampoco les importa en exceso cómo va la guerra, lo que quieren saber es que sus hijos y maridos están a salvo. Y se agradece. Es la meditación sobre la guerra más humana: drama, romance, toques de comedia... pero sobre todo, sinceridad, intimismo y poesía.

Técnicamente la película es una maravilla. Una imaginería visual asombrosa. Desde el plano de inicio hasta el final, pasando por las escenas bélicas, los momentos amorosos, el ir y venir de los trenes, los primeros planos...

Definitivamente, los rusos no sólo sabían de cine. También de amor.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Naran
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