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Voto de Daniel Valcarce:
10
Intriga. Cine negro. Drama Una mañana, Jeffrey Beaumont (Kyle MacLachlan), después de visitar a su padre en el hospital, encuentra entre unos arbustos una oreja humana. La guarda en una bolsa de papel y la lleva a la comisaría de policía, donde le atiende el detective Williams (George Dickerson), que es vecino suyo. Comienza así una misteriosa intriga que desvelará extraños sucesos acontecidos en una pequeña localidad de Carolina del Norte. (FILMAFFINITY)
7 de septiembre de 2018
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Terciopelo Azul”, escrita y dirigida por David Lynch, llevó al entonces emergente director a la consagración mundial. Lynch, con 40 años y solo tres películas a esa fecha (“Cabeza Borradora” en 1977, “El Hombre Elefante” en 1980 y “Duna” en 1984), tomó una idea que venía gestándose en su mente a partir de tres elementos: el recuerdo de una popular canción de Bobby Vinton, el misterio de una oreja cercenada, y un trauma infantil vivido junto a su hermano cuando ambos se encontraron con una mujer desnuda en plena calle. Con un guion rechazado por los grandes estudios debido a su contenido sexual y violencia contra la mujer, Lynch finalmente logró el financiamiento que necesitaba para su película a través del mítico productor italiano Dino de Laurentiis, y el resto fue historia.

A pesar de la gran controversia derivada de su estreno “Terciopelo Azul” se convirtió casi instantáneamente en una suerte de “obra maestra” del cine contemporáneo, pasando a ser un clásico en prácticamente todos los rincones del planeta. Su profundo simbolismo y fascinante construcción onírica elevaron la película a un status de veneración intelectual y estético que le han permitido ser interpretada en una variedad de lecturas y capas, siendo constantemente citada en prestigiosas publicaciones y estudios semióticos del cine, superando incluso las implacables barreras del tiempo. En su galería de personajes “Terciopelo Azul” entregó un retrato subterráneo de pesadilla norteamericana justo en medio de la década de los 80, revitalizando códigos tomados del clásico cine negro (como la femme fatale, el villano y la doble moral del protagonista) en un estilo postmoderno y exacerbado, que para muchos es un viaje al subconsciente. El vibrante uso del color y la iluminación, más el hipnótico acompañamiento musical y la fuerte penetración del sonido, confluyen en transformarnos en espectadores voyeristas (al igual que el personaje principal), atrapados sin remedio en la peligrosa fascinación producida por el objeto del deseo (representado en la cantante), y ensimismados frente a los aspectos más oscuros del ser humano (representados en el villano).

En el contexto fílmico ochentero, “Terciopelo Azul” puso a la modelo Isabella Rossellini por primera vez en un papel actoral transformándola en un ícono, reflotó la alicaída carrera del actor Dennis Hopper en un rol digno de antología, consiguió una nominación al Oscar para David Lynch -entre muchos otros premios en festivales y círculos de crítica especializada- y destacó por su banda sonora hecha con canciones de época y la música original de Angelo Badalamenti. En suma, “Terciopelo Azul” pasó a ser en sí misma una suerte de objeto de culto, una verdadera comunión de fetiches cinematográficos.

Texto: Daniel Valcarce
Daniel Valcarce
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