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Polonia Polonia · Galitzia
Voto de Valkiria:
9
Drama Eddie Felson (Newman) es un joven arrogante y amoral que frecuenta con éxito las salas de billar. Decidido a ser proclamado el mejor, busca al Gordo de Minnesota (Gleason), un legendario campeón de billar. Cuando, por fin, consigue enfrentarse con él, su falta de seguridad le hace fracasar. El amor de una solitaria mujer (Laurie) podría ayudarlo a abandonar esa clase de vida, pero Eddie no descansará hasta vencer al campeón sin ... [+]
22 de septiembre de 2008
72 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
... en las manos de Eddie, el Relámpago de California.

Newman, un desecho, es acusado por George C. Scott, corredor de apuestas, por beber whisky como pretexto para perder en la mesa de billar. Y sin embargo eso no es lo trágico.
El trago más amargo que ahoga a Newman es el pretexto fatal que encuentra para ganar: Sarah.

La película es lúgubre y oscura. Algunos podrán pensar que Scott entra en escena como un faro para iluminar esa penumbra; esa "impenetrable oscuridad que nos rodea" a la que se refiere Sarah y que se recoge en cada fotograma durante dos horas.

También inquietan los silencios, sólo rotos por el clack-clock de las bolas y el golpe seco de los vasos contra la barra del bar donde Scott le pone las pilas a Newman: "uno de los mayores deportes que existe, es sentir compasión de uno mismo, un deporte que gusta a todos. Especialmente a los fracasados".

Para mí el fracasado mayor en esta historia es ese gangster reconvertido en caja registradora, el que pone el dinero, los dedos rotos, la sodomización y la muerte por el medio. El que se queda sólo, al fin y al cabo: Scott.

Eddie al menos podrá recomponerse a pedazos. Pedazos rotos porque su historia de amor con Sarah es la de un contrato de mutua tristeza. Él le dice: "¡Inventa algo más alegre!" y ella responde clavándole la mirada y esperando: di, "te quiero".

Eddie no lo dice. Al menos a tiempo. Sí se lo dice al gordo de Minessota: "jugaste como un maestro", por representar el fair play, la honestidad (virtudes de las que Newman carece) pero sobre todo por reencarnar la razón por la que al menos, sea un poco menos doloroso haber empujado a alguien al borde del precipicio.

Scott, en el espejo:

- Pervertido (en la vida y en la cama)
- Retorcido (en la vida y en la cama)
- Lisiado (en la vida y en la cama).

¿Y eras tú el que acusaba a Eddie de no tener temperamento en el cuerpo? Siempre lo tuvo: al menos podía sentir los nervios de un taco, de un pedazo de madera.

- En fin, Newman en un papel atípico para él por el contraste de los sucios planos, el humo y el whisky contra su apolínea imagen.

- Scott, en un personaje que reta en duelo a Newman durante toda la película y compartiendo escenas (compartiendo barra con él... ayyy), mientras debaten sobre la filosofía de la superación individual. "¿Pero quién te crees que eres, la General Motors?, le dice Paul.

- Y Piper Laurie, la voz de la razón aún estando coja, alcohólica y enamorada.
Valkiria
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