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España España · Palma (Mallorca)
Voto de Miquel:
8
Comedia Unos días antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), a Cluny (Jones), una joven apasionada de la fontanería, la envía su tío a servir como criada en una rica mansión inglesa. La vida como sirvienta es dura, pero sus días los alegra un refugiado checo (Boyer), invitado de los dueños de la mansión, que ha huido del nazismo. Ambos se identifican como "almas desplazadas", pero ella no quiere nada romántico con su agradable nuevo amigo. (FILMAFFINITY) [+]
1 de diciembre de 2005
52 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película dirigida íntegramente y producida por Lubitsch, se rodó en los estudios de la Fox entre diciembre de 1945 y febrero de 1946. Se basa en la novela "Cluny Brown" (1946), de Margery Sharp.

La acción se inicia el mes de julio de 1938 y continúa en la mansión de lord y lady Carmel en la campiña inglesa. Narra la historia de una muchacha huérfana, decidida y alegre, aficionada a la fontanería, Cluny Brown (Jennifer Jones), a la que su tio Arn coloca como sirvienta de los Carmel a causa del disgusto que le produce su desenvoltura. La película habla de alta sociedad, sirvientes, trabajadores, inminencia de la guerra, clasismo, racismo, inmovilismo, ignorancia, exilio, estupidez, fontanería, etc. Construye una narración sarcástica, irónica, sutil y elegante. Critica el racismo y clasismo de la aristocracia inglesa, su ignorancia y mediocridad. La conversación de sir Henry Carmel (Reginald Owen) con Adam Belinski (Charles Boyer) sobre el libro de Hitler ("Mi lucha") muestra la escasísima inteligencia del aristócrata. La escena en la que el matrimonio Carmel se percata que, por error, comparte el té con Cluny, aspirante a doméstica, y la reacción presuntuosa de ambos, constituye un dibujo muy divertido del clasismo y la estupidez. El mayordomo y la gobernanta, trabajadores distinguidos, se muestran incapaces de tolerar la alegría de vivir de Cluny. El autor añade toques eróticos, que Jennifer Jones aporta con tanta finura y elegancia, que pasaron inadvertidos a la censura. Es memorable la escena en la que Cluny se quita la chaqueta, se sube las mangas de la camisa y se quita las medias, para arreglar el atasco del fregadero de Hilary Ames, ante la mirada atónita de éste. Lubitsch exalta la figura de Cluny, su alegría y vitalidad, frente a la mediocridad, inmovilismo y estupidez de la clase alta inglesa. Usa la extravagancia como fuente de diversión y de lucha contra las convenciones sociales establecidas (juegos de palabras sobre las ardillas y las bellotas). Establece que aristocracia, burguesía y trabajadores son personas que pertenecen a un mismo nivel.

La música ocupa un espacio limitado para dar cabida a un diálogo fluído y abundante. La fotografía presta gran atención a la expresión corporal, a la composición (imagen de los comensales en la casa de Wilson, presididos por la madre), al movimiento de cámara y a los encuadres que enriquecen la ironía de la obra. El guión contiene diálogos que sobrepasan la ironía y se convierten en surrealistas, disparatados y sin sentido. La interpretación de protagonistas y secundarios es excelente. Sobresale Jennifer Jones en uno de sus escasos papeles cómicos, en el que se muestra convincente y cómoda. La dirección subraya la ironía y el sarcasmo, que desarrolla de modo más distendido y menos comedido que en obras anteriores.

Película divertida y deliciosa, con el toque magistral de Lubitsch. Rodada tras el final de la guerra, se estrenó pocos meses antes del fallecimiento del autor.
Miquel
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