Media votos
6,7
Votos
5.206
Críticas
1.665
Listas
182
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Miquel:
8
7,0
1.178
Drama. Romance
Basada en la novela del francés Gustave Flaubert, el filme es una crítica de los falsos valores de la burguesía rural francesa del siglo XIX. Minnelli introdujo un prólogo y un epílogo en el que el propio escritor, interpretado por James Mason, se convertía en el narrador de la historia. (FILMAFFINITY)
2 de noviembre de 2009
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los grandes dramas de Vincente Minnelli (1910-86). El guión, de Robert Ardrey (“Los tres mosqueteros”, Sidney, 1948), adapta la novela “Madame Bovary” (1856), de Gustave Flaubert, considerada por muchos como su obra maestra. Se rueda en los platós de MGM Studios (Culver City, CA), con un presupuesto de superproducción en B/N propio de los primeros años de posguerra. Producido por Pandro S. Berman para la MGM, se estrena el 25-VIII-1949 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en las localidades de Tostes (hoy Tôtes), Yonville y Rouen (Normandía), a lo largo de unos 6 años, entre finales de 1840 y agosto de 1846, con un prólogo y un epílogo situados en enero de 1857. Emma Roualt (Jones), hija de un modesto granjero de Tostes, recibe una esmerada educación en un colegio de monjas de Rouen. Aficionada a la lectura de novelas románticas, desarrolla una activa y fantasiosa imaginación y una tendencia a sobrevalorar la lujuria y el romance. A los 20 años contrae matrimonio con el médico rural Charles Bovary (Heflin), con el que se traslada a Yonville, donde nace la hija de ambos, Berta. Emma es soñadora, fantasiosa y ambiciosa. Anhela vivir rodeada de comodidades, atenciones, relacione sociales y prestigio. Charles, viudo, casado en segundas nupcias con Emma, carece de ambición y de habilidades, es ahorrador y tacaño, se siente a gusto en la rutina de su vida monótona y acepta de buen grado el escasísimo prestigio social que se otorga al ejercicio de la profesión de médico rural.
El film suma drama, romance y crítica social. Resume y adapta la novela original con una fidelidad superior a la habitual en otras obras de Minnelli. Dentro del conjunto de novelas protagonizadas por una mujer, sobresale de modo destacado y compite con “Anna Karenina” por las posiciones de cabecera en nivel de recuerdo, conocimiento y valoración. Es la primera novela que publica Flaubert y la que, según historiadores de la literatura, inicia el movimiento de la llamada novela realista, preocupada por construir personajes y plasmar situaciones conformes a las pautas de la realidad. El film se beneficia de esta circunstancia y, además, la aprovecha para construir un relato que refleja la realidad con sinceridad y convicción. En este sentido sobresale la detallada descripción que se hace de la burguesía rural francesa de mediados del XIX y de la aristocracia de los tiempos del reinado (1830-48) de Luis Felipe y del II Imperio (1852-63) o reinado de Napoleón III. La visión de Flaubert de ambos grupos es crítica y despectiva. Retrata a los aristócratas como holgazanes, incompetentes y egoístas. De los burgueses denuncia la estrechez de miras, envidias, hipocresía, codicia y egoísmo. Añade que son tan mezquinos que se alegran de la desgracia de los demás.
La narración corre a cargo del propio Flaubert, que no adopta un punto de vista distante y neutral, sino que hace suyo el de la protagonista, con cuyos ideales románticos y excesos de fantasía se identifica.
La acción dramática tiene lugar en las localidades de Tostes (hoy Tôtes), Yonville y Rouen (Normandía), a lo largo de unos 6 años, entre finales de 1840 y agosto de 1846, con un prólogo y un epílogo situados en enero de 1857. Emma Roualt (Jones), hija de un modesto granjero de Tostes, recibe una esmerada educación en un colegio de monjas de Rouen. Aficionada a la lectura de novelas románticas, desarrolla una activa y fantasiosa imaginación y una tendencia a sobrevalorar la lujuria y el romance. A los 20 años contrae matrimonio con el médico rural Charles Bovary (Heflin), con el que se traslada a Yonville, donde nace la hija de ambos, Berta. Emma es soñadora, fantasiosa y ambiciosa. Anhela vivir rodeada de comodidades, atenciones, relacione sociales y prestigio. Charles, viudo, casado en segundas nupcias con Emma, carece de ambición y de habilidades, es ahorrador y tacaño, se siente a gusto en la rutina de su vida monótona y acepta de buen grado el escasísimo prestigio social que se otorga al ejercicio de la profesión de médico rural.
El film suma drama, romance y crítica social. Resume y adapta la novela original con una fidelidad superior a la habitual en otras obras de Minnelli. Dentro del conjunto de novelas protagonizadas por una mujer, sobresale de modo destacado y compite con “Anna Karenina” por las posiciones de cabecera en nivel de recuerdo, conocimiento y valoración. Es la primera novela que publica Flaubert y la que, según historiadores de la literatura, inicia el movimiento de la llamada novela realista, preocupada por construir personajes y plasmar situaciones conformes a las pautas de la realidad. El film se beneficia de esta circunstancia y, además, la aprovecha para construir un relato que refleja la realidad con sinceridad y convicción. En este sentido sobresale la detallada descripción que se hace de la burguesía rural francesa de mediados del XIX y de la aristocracia de los tiempos del reinado (1830-48) de Luis Felipe y del II Imperio (1852-63) o reinado de Napoleón III. La visión de Flaubert de ambos grupos es crítica y despectiva. Retrata a los aristócratas como holgazanes, incompetentes y egoístas. De los burgueses denuncia la estrechez de miras, envidias, hipocresía, codicia y egoísmo. Añade que son tan mezquinos que se alegran de la desgracia de los demás.
La narración corre a cargo del propio Flaubert, que no adopta un punto de vista distante y neutral, sino que hace suyo el de la protagonista, con cuyos ideales románticos y excesos de fantasía se identifica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Emma es inteligente y lúcida, pero la vehemencia de sus sueños fantasiosos le nublan la razón, como ocurre en sentido contrario en muchísimos casos en los que el exceso de racionalidad o racionalismo anula la fantasía con efectos lamentables sobre las personas y la sociedad. De la mano de Minnelli, hábil y experto, el drama se enmarca en un conjunto de factores y tensiones que interactúan movidos por el azar en parte, pero sobre todo por la codicia desmesurada y sin límites de algunos, la pasividad culpable de muchos y la holgazanería de quienes suman privilegios anacrónicos y una flagrante insolidaridad. La acusación por presunta inmoralidad y las formas del juicio que se sigue contra Flaubert se han de enmarcar, para su debida comprensión, en la política del II Imperio, o reinado (1852-63) de Napoleón III, que asumió por razones circunstanciales de conveniencia, el papel de defensor a ultranza de la Iglesia católica y de sus posiciones más extremas.
Son escenas memorables el baile de gala en los salones del palacio del marqués de Andervillier (Cavanagh), el banquete de la boda en el marco de una pomposa fiesta rural, la última visita de Emma a la casa del miserable aristócrata Rodolphe Boulanger de la Huchette, que con medias palabras y gesto contenido, la llama puta, la patética extremaunción, etc. La película prefigura el modelo de la mujer moderna, denuncia la grosería de los abusos masculinos basados en el chantaje, el engaño, el insulto y la burla (en los salones de baile) de la mujer. Exalta la fantasía y sus valores, la pulsión natural del deseo, la búsqueda de la felicidad, las ansias de libertad, la coherencia de la moral y la verdad (la inmoralidad no se salva con la mentira). La interpretación de Jennifer Jones, que ocupa el centro del relato y de la pantalla, destila frescura, calidez, verismo y simpatía. El film supera, en mi opinión, la versión de Renoir (1933) y la Chabrol (1991).
La banda sonora, de Miklós Rózsa, compone una partitura extensa, de 18 temas, entre los que destacan “El gran vals”, “Main Tittle”, “Young Dreams”, “Leo’s Love”, “Rodolphe’s Love”, etc.. El movimiento del vals evoca la relatividad de las cosas de la vida, el trayecto efímero del relieve social, los fastos hueros de la aristocracia, el sentido ambiguo de los motivos de felicidad, la separación excluyente de clases sociales, la falsa solidez de las apariencias, etc. La fotografía, de Robert H. Planck (“Los tres mosqueteros”), en B/N, combina con acierto recursos diversos que dan a la cinta una visualidad dinámica, variada y moderna, enriquecida con una excelente decoración de Cedric Gibbons y un elegante vestuario femenino de Walter Plunkett.
Bibliografía
Augusto M. TORRES, “Madame Bovary”, ‘Cine mundial’, pág. 546, Espasa ed., Madrid 2006.
Son escenas memorables el baile de gala en los salones del palacio del marqués de Andervillier (Cavanagh), el banquete de la boda en el marco de una pomposa fiesta rural, la última visita de Emma a la casa del miserable aristócrata Rodolphe Boulanger de la Huchette, que con medias palabras y gesto contenido, la llama puta, la patética extremaunción, etc. La película prefigura el modelo de la mujer moderna, denuncia la grosería de los abusos masculinos basados en el chantaje, el engaño, el insulto y la burla (en los salones de baile) de la mujer. Exalta la fantasía y sus valores, la pulsión natural del deseo, la búsqueda de la felicidad, las ansias de libertad, la coherencia de la moral y la verdad (la inmoralidad no se salva con la mentira). La interpretación de Jennifer Jones, que ocupa el centro del relato y de la pantalla, destila frescura, calidez, verismo y simpatía. El film supera, en mi opinión, la versión de Renoir (1933) y la Chabrol (1991).
La banda sonora, de Miklós Rózsa, compone una partitura extensa, de 18 temas, entre los que destacan “El gran vals”, “Main Tittle”, “Young Dreams”, “Leo’s Love”, “Rodolphe’s Love”, etc.. El movimiento del vals evoca la relatividad de las cosas de la vida, el trayecto efímero del relieve social, los fastos hueros de la aristocracia, el sentido ambiguo de los motivos de felicidad, la separación excluyente de clases sociales, la falsa solidez de las apariencias, etc. La fotografía, de Robert H. Planck (“Los tres mosqueteros”), en B/N, combina con acierto recursos diversos que dan a la cinta una visualidad dinámica, variada y moderna, enriquecida con una excelente decoración de Cedric Gibbons y un elegante vestuario femenino de Walter Plunkett.
Bibliografía
Augusto M. TORRES, “Madame Bovary”, ‘Cine mundial’, pág. 546, Espasa ed., Madrid 2006.