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Voto de Miquel:
8
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1.845
Drama
En los años 20, la futura escritora norteamericana Lillian Hellman conoce a Julia, la hija de una acaudalada familia escocesa. Entre ellas surge una profunda amistad, pero se ven obligadas a separarse en plena adolescencia. Mientras Julia se va a estudiar a Oxford y posteriormente a Viena, donde es discípula de Freud, Lily se convierte en una famosa escritora, pero añora la amistad de Julia, por lo que decide ir a visitarla a Viena. ... [+]
20 de noviembre de 2009
36 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penúltimo film de Fred Zinnemann (1907-77). El guión, de Alvin Sargent (“Luna de papel”, Bogdanovich, 1973), adapta un relato de unas 40 páginas del segundo libro de la novela autobiográfica “Pentimento” (1973), de la dramaturga Lillian Hellman (1905-84), basada en experiencias autobiográficas. Se rueda en escenarios naturales y reales de Inglaterra (Isla de Wight) y Francia (Paris, Estrasburgo...) y en los platós de EMI Elstree Studios (RU) y Boulogne-Billancourt Studios (Francia). Nominado a 11 Oscar (actriz, fotografía, director, música, película...), gana 3 (actor reparto, actriz reparto y guión adaptado). Producido por Richard Roth para la Fox, se estrena el 2-X-1977 (NYC).
La acción dramática tiene lugar en EEUU (Nueva Inglaterra...), Paris, Viena, Berlín, Moscú y Estrasburgo, entre 1924, cuando la protagonista Lillian tiene unos 10 años, hasta alcanzar los 50. La obra se divide en tres partes: la adolescencia de Lillian y Julia, la estancia de Julia en Viena para estudiar psicología con Freud y otros profesores y un largo viaje en tren desde Viena a Moscú. La primera parte hace las veces de prólogo y las otras dos se extienden entre 1934 y 1936. Se añade un breve epílogo, que pone final al largo flashback que contiene la historia. A una hora avanzada de un oscuro atardecer de lo que parece ser un otoño sombrío, que marca el presente narrativo del relato (1973, aproximadamente), separado de los hechos por unos 50 años (1926-73). La protagonista revisa sus recuerdos de infancia y juventud desde la distancia en el tiempo. Lo hace con ánimo reflexivo y analítico, como protagonista de la historia y desde su propio punto de vista.
La narración es pausada, se desarrolla en el marco de una visión intimista y muy personal, que se detiene en el análisis de unos pocos bloques de hechos. El estilo es minucioso, detallista, desapasionado, pulcro y elegante. No se plantea como una autocrítica, ni como una revisión encomiástica. A la búsqueda de un atractivo y seductor realismo, el autor pone en el ánimo de la protagonista, y a la vez narradora, propósitos de objetividad y verismo, que el paso del tiempo ha matizado, difuminado y subjetivizado. El largo flashback que contiene el relato incorpora otros flashbacks referidos a los años de infancia.
Aporta el interés de la confrontación de dos personajes femeninos diferentes y en parte contradictorios, lo que brinda la ocasión de presentar una visión contrastada y vitalista de las dos amigas. Una se muestra frágil, dependiente, necesitada de apoyos, reflexiva e insegura. La otra es extrovertida, independiente, autónoma, segura e idealista. La definición de los caracteres y la amistad blanca que los une condicionan y explican el desarrollo de la historia, su grata complejidad y riqueza de matices. No es irrelevante observar la diferencia de estatura de las dos y las posiciones relativas que tienden a adoptar una respecto de la otra (una se anticipa, lleva la iniciativa del dúo, etc.).
La acción dramática tiene lugar en EEUU (Nueva Inglaterra...), Paris, Viena, Berlín, Moscú y Estrasburgo, entre 1924, cuando la protagonista Lillian tiene unos 10 años, hasta alcanzar los 50. La obra se divide en tres partes: la adolescencia de Lillian y Julia, la estancia de Julia en Viena para estudiar psicología con Freud y otros profesores y un largo viaje en tren desde Viena a Moscú. La primera parte hace las veces de prólogo y las otras dos se extienden entre 1934 y 1936. Se añade un breve epílogo, que pone final al largo flashback que contiene la historia. A una hora avanzada de un oscuro atardecer de lo que parece ser un otoño sombrío, que marca el presente narrativo del relato (1973, aproximadamente), separado de los hechos por unos 50 años (1926-73). La protagonista revisa sus recuerdos de infancia y juventud desde la distancia en el tiempo. Lo hace con ánimo reflexivo y analítico, como protagonista de la historia y desde su propio punto de vista.
La narración es pausada, se desarrolla en el marco de una visión intimista y muy personal, que se detiene en el análisis de unos pocos bloques de hechos. El estilo es minucioso, detallista, desapasionado, pulcro y elegante. No se plantea como una autocrítica, ni como una revisión encomiástica. A la búsqueda de un atractivo y seductor realismo, el autor pone en el ánimo de la protagonista, y a la vez narradora, propósitos de objetividad y verismo, que el paso del tiempo ha matizado, difuminado y subjetivizado. El largo flashback que contiene el relato incorpora otros flashbacks referidos a los años de infancia.
Aporta el interés de la confrontación de dos personajes femeninos diferentes y en parte contradictorios, lo que brinda la ocasión de presentar una visión contrastada y vitalista de las dos amigas. Una se muestra frágil, dependiente, necesitada de apoyos, reflexiva e insegura. La otra es extrovertida, independiente, autónoma, segura e idealista. La definición de los caracteres y la amistad blanca que los une condicionan y explican el desarrollo de la historia, su grata complejidad y riqueza de matices. No es irrelevante observar la diferencia de estatura de las dos y las posiciones relativas que tienden a adoptar una respecto de la otra (una se anticipa, lleva la iniciativa del dúo, etc.).
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El sentido distendido, despreocupado, alegre y lúdico, que preside las escenas iniciales da paso, unas veces, a escenas de un intenso dramatismo y, en otras ocasiones, a escenas de elevada tensión (viaje en tren). La obra elogia la amistad femenina y la amistad en general, la ayuda mutua, el esfuerzo, la defensa de los ideales de libertad, la lucha contra el nazismo y toda forma de autoritarismo... Muestra la suma de opiniones diferentes que integran la oposición al nazismo y el sadismo que éstos practican con saña y chulería. Son escenas para el recuerdo la de la pesadilla de Lillian, el lanzamiento de un profesor por las escaleras y otro al vacío desde un tercer piso, el recuerdo en sueños del paseo de Lillian y Julia en barca a vela , el encuentro de las dos amigas en el restaurante de Moscú, etc.
Llama la atención la brillantez del vestuario de época, el automóvil utilitario Ford de 2 puertas, los taxis de las grandes ciudades, la alegría juvenil del grupo de chicas nazis del tren, el guiño de simpatía dedicado a Buñuel (encuadre fetichista de pies caminando), la solemne bofetada de Jane Fonda a un cínico bravucón y el cálido homenaje que Zinnemann dedica, en voz baja, a Viena, su ciudad natal, y a los violines del vals. El realizador era un virtuoso del violín.
La banda sonora, de Georges Delerue (“El último metro”, Truffaut, 1980), ofrece melodías descriptivas y de ambientación, de gran fuerza expresiva, que elogian la juventud, la alegría y la fiesta. En varias ocasiones se incluyen pasajes de intenso dramatismo y suspense. Destacan los temas “Main Tittle”, “End Tittle”, “Lillian in Paris”, “Lillian’s Dream”... Como música añadida aporta un breve pero simpático fragmento de “La cucaracha” y uno más extenso de un vals vienés. La fotografía, de Douglas Slocombe (“Indiana Jones y el templo maldito”, Spielberg, 1984), compone imágenes de cuidada belleza plástica, con insertos de concepción esteticista. Dedica primeros planos de admiración a los rostros de Jane Fonda (40 años), Vanessa Redgrave (40 años) y Jason Robards (55 años). Debutan en cine Meryl Streep y Lisa Pelikan.
La película consigue una combinación equilibrada de buenas interpretaciones, excelente música, admirable fotografía, un gran guión, una historia interesante y una acertada y cuidada puesta en escena.
Bibliografía
- Augusto M. TORRES, “Julia”, ‘Cine mundial’, pág. 464, Madrid 2006.
- José Luis GUARNER, “Julia”, ‘Antología crítica’, pág. 414-415, T&B ed., Madrid 2002.
Llama la atención la brillantez del vestuario de época, el automóvil utilitario Ford de 2 puertas, los taxis de las grandes ciudades, la alegría juvenil del grupo de chicas nazis del tren, el guiño de simpatía dedicado a Buñuel (encuadre fetichista de pies caminando), la solemne bofetada de Jane Fonda a un cínico bravucón y el cálido homenaje que Zinnemann dedica, en voz baja, a Viena, su ciudad natal, y a los violines del vals. El realizador era un virtuoso del violín.
La banda sonora, de Georges Delerue (“El último metro”, Truffaut, 1980), ofrece melodías descriptivas y de ambientación, de gran fuerza expresiva, que elogian la juventud, la alegría y la fiesta. En varias ocasiones se incluyen pasajes de intenso dramatismo y suspense. Destacan los temas “Main Tittle”, “End Tittle”, “Lillian in Paris”, “Lillian’s Dream”... Como música añadida aporta un breve pero simpático fragmento de “La cucaracha” y uno más extenso de un vals vienés. La fotografía, de Douglas Slocombe (“Indiana Jones y el templo maldito”, Spielberg, 1984), compone imágenes de cuidada belleza plástica, con insertos de concepción esteticista. Dedica primeros planos de admiración a los rostros de Jane Fonda (40 años), Vanessa Redgrave (40 años) y Jason Robards (55 años). Debutan en cine Meryl Streep y Lisa Pelikan.
La película consigue una combinación equilibrada de buenas interpretaciones, excelente música, admirable fotografía, un gran guión, una historia interesante y una acertada y cuidada puesta en escena.
Bibliografía
- Augusto M. TORRES, “Julia”, ‘Cine mundial’, pág. 464, Madrid 2006.
- José Luis GUARNER, “Julia”, ‘Antología crítica’, pág. 414-415, T&B ed., Madrid 2002.