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Thriller. Cine negro
Texas. Una joven casada y muy seductora cae en brazos de Ray, uno de los empleados de su marido. Enterado por un detective privado de la infidelidad de su mujer y obsesionado por la traición, Julian se decide a preparar el asesinato de ambos. (FILMAFFINITY)
18 de junio de 2009
79 de 85 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de los hermanos Joel y Ethan Coen (“Fargo”, 1996), autores a la vez del guión. Se rueda en escenarios reales de Austin, Houston, Hutto y Round Rock (Texas), con un presupuesto de 1,5 M USD, financiado con fondos aportados por 60 financiadores. Producido por Ethan Coen para Foxton Entertainment y River Road Productions, se proyecta por primera vez en público el 7-IX-1984 (Toronto Film Festival, Canadá).
La acción dramática tiene lugar en Texas a lo largo de varias semanas de 1984. Julian Marty (Hedaya), titular del bar de carretera “Neon Boots” (Texas), sospecha que su mujer Abby (McDormand) mantiene un idilio secreto con el barman de su establecimiento, Ray (Getz). Encarga una investigación al detective privado Loren Visser (Walsh). Las pruebas que éste aporta son positivas y concluyentes, por lo que Marty encarga a Visser que mate a los dos amantes. El peso de la casualidad y del absurdo hace que las cosas se compliquen mucho y no salgan como Marty ha previsto. Marty es serio, callado y mortalmente aburrido. Visser carece de escrúpulos y es demencialmente codicioso. Abby es atractiva, joven e inocente. Ray es joven, apuesto y se lleva muy bien con Abby.
El film suma crimen, drama y thriller. Juega con múltiples referencias clásicas, que desmonta, reconstruye y reinterpreta al servicio de un relato personalísimo, singular y posmoderno. Añade algunas imágenes desorbitadas propias de cintas de terror gore de serie B. El argumento, muy sencillo, desarrolla una historia de infidelidades, engaños, malentendidos y asesinatos. La acción tiene lugar en el contexto de una atmósfera densa, malsana y claustrofóbica, poblada de personajes grotescos, vacíos, infelices, perdedores, patéticos y, sobre todo, inolvidables. La narración se presenta llena de inventiva y de ocurrentes hallazgos visuales y narrativos, como la cámara que evita a un borracho volcado sobre la barra del bar, la que sigue de cerca a ras del suelo los pasos del barman de color, Maurice (Williams), el plano contrapicado de la gota de agua del codo de la cañería, etc.
La narración es pausada, brillante y se da llena de intuición e inventiva. Incorpora referencias de homenaje a películas de Hitchcock, Fritz Lang, Orson Welles, etc. y de películas propias. La demostración de lo difícil que a veces es matar a un hombre evoca a Gromek, de “Cortina rasgada” (Hitchcock, 1966); el azaroso traslado de un moribundo por Ray evoca a Norman Bates, de “Psicosis” (Hitchcock, 1960); la figura del detective Visser recuerda a la de Hank Quinlan, de “Sed de mal” (Welles, 1958). El análisis del primer trabajo de los Coen pone de manifiesto la coherencia estilística de éstos desde el principio, donde ya se contienen numerosos elementos que desarrollan después.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
La acción dramática tiene lugar en Texas a lo largo de varias semanas de 1984. Julian Marty (Hedaya), titular del bar de carretera “Neon Boots” (Texas), sospecha que su mujer Abby (McDormand) mantiene un idilio secreto con el barman de su establecimiento, Ray (Getz). Encarga una investigación al detective privado Loren Visser (Walsh). Las pruebas que éste aporta son positivas y concluyentes, por lo que Marty encarga a Visser que mate a los dos amantes. El peso de la casualidad y del absurdo hace que las cosas se compliquen mucho y no salgan como Marty ha previsto. Marty es serio, callado y mortalmente aburrido. Visser carece de escrúpulos y es demencialmente codicioso. Abby es atractiva, joven e inocente. Ray es joven, apuesto y se lleva muy bien con Abby.
El film suma crimen, drama y thriller. Juega con múltiples referencias clásicas, que desmonta, reconstruye y reinterpreta al servicio de un relato personalísimo, singular y posmoderno. Añade algunas imágenes desorbitadas propias de cintas de terror gore de serie B. El argumento, muy sencillo, desarrolla una historia de infidelidades, engaños, malentendidos y asesinatos. La acción tiene lugar en el contexto de una atmósfera densa, malsana y claustrofóbica, poblada de personajes grotescos, vacíos, infelices, perdedores, patéticos y, sobre todo, inolvidables. La narración se presenta llena de inventiva y de ocurrentes hallazgos visuales y narrativos, como la cámara que evita a un borracho volcado sobre la barra del bar, la que sigue de cerca a ras del suelo los pasos del barman de color, Maurice (Williams), el plano contrapicado de la gota de agua del codo de la cañería, etc.
La narración es pausada, brillante y se da llena de intuición e inventiva. Incorpora referencias de homenaje a películas de Hitchcock, Fritz Lang, Orson Welles, etc. y de películas propias. La demostración de lo difícil que a veces es matar a un hombre evoca a Gromek, de “Cortina rasgada” (Hitchcock, 1966); el azaroso traslado de un moribundo por Ray evoca a Norman Bates, de “Psicosis” (Hitchcock, 1960); la figura del detective Visser recuerda a la de Hank Quinlan, de “Sed de mal” (Welles, 1958). El análisis del primer trabajo de los Coen pone de manifiesto la coherencia estilística de éstos desde el principio, donde ya se contienen numerosos elementos que desarrollan después.
(Sigue en el “spoiler” sin desvelar partes del argumento)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Abundan los lances de humor, especialmente de humor negro y macabro, que en ocasiones se sirven de la burla. Marty es tan serio que da risa, su condición de cornudo es tan patética que suena a guasa. La figura de Visser se asocia con insectos, desde el VW tipo 1 (“escarabajo”) que conduce, hasta los pequeños parásitos que se pegan a su rostro. Aunque abundan los espacios abiertos, los personajes se mueven en escenarios que trasmiten la sensación de un mundo cerrado, claustrofóbico y asfixiante. La oscuridad es la condición habitual del espacio escénico, de tal manera que la luz se convierte en un elemento portador de peligros y amenazas. Un asesinato se produce cuando la presencia de la víctima es delatada por la luz de una bombilla eléctrica.
Son escenas destacadas la del azaroso traslado de un moribundo capaz de disparar, la pared convertida en un colador de agujeros de bala, el terror fantástico de la pesadilla de Abby, la conversación de una pareja en el interior de un coche una noche de lluvia y otras.
El film plantea reflexiones incómodas. Muestra un mundo sórdido en el que abunda una violencia dura, despreciable y envilecedora. Presenta la náusea que produce el mundo del crimen. Contiene referencias críticas de la América profunda. Ofrece una visión desesperanzada del matrimonio y de las relaciones de pareja estable. Habla de la incomunicación, del peso de la casualidad y de la fuerza del absurdo.
La banda sonora, de Carter Burwell, colaborador habitual de los hermanos Coen, aporta una partitura minimalista, sencilla, intensa y obsesiva, de gran eficacia. Con las notas recurrentes del piano crea sentimientos de inquietud y terror. La fotografía, de Barry Sonnenfeld ("Arizona baby", 1987), hace uso de una película de alta sensibilidad que permite trabajar a niveles muy bajos de luz. De ese modo se hace posible filmar escenas nocturnas llenas de sombras, que producen sensaciones de encierro y angustia. Abundan los planos cortos, los travellings, los encuadres de detalle. La narración es visualmente grata y atractiva.
Cf. Tonio ALARCÓN, “Joel y Ethan Coen”, ‘Dirigido por’, nº 382, págs. 42-61, octubre 2008.
Sergi SÁNCHEZ, “Sangre fácil”, ‘La Razón’, 15-IX-2000.
Son escenas destacadas la del azaroso traslado de un moribundo capaz de disparar, la pared convertida en un colador de agujeros de bala, el terror fantástico de la pesadilla de Abby, la conversación de una pareja en el interior de un coche una noche de lluvia y otras.
El film plantea reflexiones incómodas. Muestra un mundo sórdido en el que abunda una violencia dura, despreciable y envilecedora. Presenta la náusea que produce el mundo del crimen. Contiene referencias críticas de la América profunda. Ofrece una visión desesperanzada del matrimonio y de las relaciones de pareja estable. Habla de la incomunicación, del peso de la casualidad y de la fuerza del absurdo.
La banda sonora, de Carter Burwell, colaborador habitual de los hermanos Coen, aporta una partitura minimalista, sencilla, intensa y obsesiva, de gran eficacia. Con las notas recurrentes del piano crea sentimientos de inquietud y terror. La fotografía, de Barry Sonnenfeld ("Arizona baby", 1987), hace uso de una película de alta sensibilidad que permite trabajar a niveles muy bajos de luz. De ese modo se hace posible filmar escenas nocturnas llenas de sombras, que producen sensaciones de encierro y angustia. Abundan los planos cortos, los travellings, los encuadres de detalle. La narración es visualmente grata y atractiva.
Cf. Tonio ALARCÓN, “Joel y Ethan Coen”, ‘Dirigido por’, nº 382, págs. 42-61, octubre 2008.
Sergi SÁNCHEZ, “Sangre fácil”, ‘La Razón’, 15-IX-2000.