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Voto de Crackdown:
6
Drama. Romance Ferdinand Griffon, alias 'Pierrot', huye de París con Marianne, la niñera que ha contratado su esposa. La pareja se dirige al sur de Francia, pero el viaje se torna muy peligroso cuando una banda de gángsters con los que Marianne está implicada, les va pisando los talones. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2006
47 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según los críticos, el año 65, el año de Alphaville y este film, fue el año en que Godard daba definitivamente un paso adelante en su cine. Alphaville es más popular, quizás por el hecho de contar con un hilo argumental -aunque este no sea más que una mera excusa- mientras que Pierrot es posiblemente más complicada de abordar. Tengo la sensación de que viene a ser lo que Godard habría hecho con A Bout de Souffle si hubiese tenido la experiencia que acumulaba seis años después; a fin de cuentas, volvemos a Belmondo y a una atractiva compañera (Anna Karina, a la que Godard quería para el papel que luego hizo Jean Seberg) fugados de la ley y de algún tipo de organización criminal extranjera. Pero Belmondo es un burgués aburrido, e intelectual frustrado, no muy lejano en principio al Vittorio Gassman de Nos Habíamos Amado Tanto. A partir de su fuga con Karina, comienza el delirio: números musicales, delincuentes extranjeros que parecen recién sacados de alguna serie B de los 50, y una serie de monólogos metafísicos e incoherentes del protagonista. Bueno, incoherente es el filme en general, filmado sin guión y que da la sensación de ser una serie de sketches en los que Godard homenajea el cine negro, o más bien parodia su propia fijación con el mismo -o incluso la degeneración del género en esa década, trasladado a escenarios exóticos, convertidos en comedias ligeras, o ambas cosas- llevándolo a unos extremos tan disparatados como cómicos (y que Hal Hartley homenajearía a su vez en Amateur), y a la vez parece querer también mostrar sus dilemas y amarguras personales tras conseguir la fama, y en cierta forma expresar su deriva ideológica hacia el radicalismo como reacción en el personaje de Belmondo, que no cuesta imaginar que se trata de una proyección de él mismo, incluso en su relación con Karina, cuyo personaje activo, vitalista y en última instancia manipulador, una mujer fatal de screwball comedy, se desespera ante las diletancias trascendentales de Belmondo. Da igual cómo se interprete el film, quizás como posible interpretación de la respuesta que Samuel Fuller le da a Belmondo al principio, al respecto de qué es el cine. La película no vale tanto la pena por las reflexiones de su autor (que también, pero que no tienen tanto interés para un servidor como el que puedan tener para el propio Godard) como una Anna Karina que deslumbra en cada momento que sale en pantalla en su última película con quien fuera su marido. Pero de todas formas, parece haber creado escuela, así que no estoy en la opinión mayoritaria. Una observación menor: la fotografía es realmente horrible.
Crackdown
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