A partir del octavo episodio la historia se va al garete. Los guionistas deciden que el personaje de Nikki Swango se convierta en una especie de John Rambo, con una serie de recursos inverosímiles a más no poder, asociándose, de forma absurda e incoherente con el sordomudo sicario que aparece en Fargo 1, del cual se hace amigo fiel en poco tiempo. Ella, pese a mostrarnos una personalidad fría, calculadora y ambiciosa, de repente, se transforma en una chica con corazón, que sólo busca la venganza de su ¿amado? Ray. Por si fuera poco, VM Vargas, cuando se enfrenta a ella, se vuelve un idiota total, quedando en una ridícula evidencia en la parte final ante dos sujetos que, sin saber cómo ni cuándo, consiguen un arsenal y una destreza espectaculares.
Fugitivos presidiarios a los que nadie busca, escenas surrealistas como la del "prison bus", con un episodio octavo absurdo y sinsentido, personajes como el primer Stussy que muere, que se lleva un par de capítulos para nada, etc.
La salva del suspenso, los excelentes capítulos 4, 5 y 6. Todo lo demás, muy prescindible.