"- ¿Cómo me ha dicho que se llama?
- Johnny.
- Ah, sí, Johnny. Un nombre muy difícil de recordar y muy fácil de olvidar".

Vista dos veces en mi vida, la primera, por televisión, claro, cuando tendría unos dieciséis años o así, pensé esto de ella:

"Mítica película, no por ser excepcional en cuanto a calidad, que es francamente buena, sino a lo que dio que hablar en numerosos lugares, sobre todo en España. La gente, sin haberla visto, pues no había sido todavía estrenada, decía cosas espantosas de ella... que si era amoral, que si Gilda se desnudaba poco a poco hasta quedarse en pelota picada...
Estrenada años más tarde supuso un tremendo éxito, claro. Buena".
Vista de nuevo ahora (puesto que ya la tenía, en cuanto a desarrollo argumental, practicamente olvidada), en marzo de 2019, pienso lo mismo de ella, salvo que descubro que tiene una maravillosa fotografía en blanco y negro del más tarde muy interesante realizador Rudolph Maté, lo muy joven que estaba Glenn Ford y, sobre todo, la soberbia belleza de una Rita Hayworth sencillamente maravillosa.
Además, gozo con el estupendo guión de Marion Parsonnet adaptando la historia de E.A. Ellington, con muy inteligentes diálogos de prácticamente todos los personajes.
Mantiene un buen ritmo durante todo el metraje y, a pesar de su larga duración, entretiene e interesa desde el comienzo hasta el final.
Muy estimable, ha sido un verdadero placer volverla a gozar.

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