Entretenida producción hong-konesa que tiene todas las virtudes y defectos de esta clase de películas, donde la acción pura y dura es la dueña de la función, sin dejar de lado el romanticismo más ingenuo que se pueda ver.
El resultado de ambos elementos da lugar a una cinta amena, irregular en el ritmo y con la inverosimilitud como bandera. Vamos, que no hay quien se crea nada de lo que ve, ni falta que hace.
Y es que todo se exagera, sobre todo en las escenas en las que los disparos y explosiones tienen lugar. Dos disparando sin parar sus pistolas automáticas, contra un ejército de malosos... y saliendo victoriosos.
El final, más de lo mismo, eso sí, muy espectacular, con un cierre total y absoluto de la historia.
Vista ahora (2010) se comprueba que esta clase de cine, tan exitoso en los años ochenta, ha quedado un poquito desfasada.

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