Puedes comprender perfectamente el personaje que interpreta Mª Luisa San José, estés o no de acuerdo, pero sus razones ahí están y nadie tiene que perdonarla por ello, nadie. No va la cosa en plan de comedia alegre sobre el oficio en cuestión, si no que pronto respetas el personaje ya que es una película que dentro de sus maneras desenfadadas, tiene un punto veraz muy válido y serio, y desde luego mantiene todo el rato una coherencia y un ritmo campechano muy bueno.

Para ello está José Sacristán en un papel que le va, sobre todo al careto, de cura renegado, que mientras es cura le da un aire auténtico total siempre con el gorroneo de aprovechar cama y comida allí donde le ofrezcan, eso sí, “no quisiera molestar…” Luego Fernando Fernán Gómez en un papel muy agradecido se hace simpático, cosa rara, y Teresa Gimpera cumpliendo como siempre con su atractivo, en un salto de cama algo sorpresivo en ella, ya que era muy celosa de su intimidad según cuentan, y con el resto hacen un conjunto muy agradable de personajes estupendos, sin malos rollos lo que, como digo, hacen de la historia algo agradable de seguir.

Decir que Mª Luisa San José está guapísima continuamente pero en especial en una secuencia apareciendo desnuda tan campante de noche por una carretera solitaria, una visión espectacular inesperada y para pasmarse. El final es bueno, como la vida misma, y no descubro nada porque todos sabemos que a veces se cierran puertas y se abren otras, pero también hay que saber que, a veces también, puertas cerradas pueden volver a abrirse.