Por justificar un poco la nota diré que yo no la suspendo por lo siguiente:
Basil Rathbone. De verle tanto de Sherlock Holmes, haciendo aquí de maestro de escuela de delincuentes, para mi, como lector entusiasta de las novelas del detective, es pensar que estás viendo los orígenes del mismo Moriarty. Su interpretación es lo más excitante de la trama.
Por tanto el comienzo de la película promete un guion interesante pero a la mitad pierde sus tintes de intriga para adquirir connotaciones de película romántica en la que un diplomático se resiste a entregar su amor a una mujer con antecedentes delictivos.
El caso es que la parte romántica no tiene la misma fuerza narrativa, y tal vez el final de la historia de amor se ve venir tiernamente. A pesar de detalles de buen oficio en la dirección, está claro que con la salida de Rathbone se opta por una conclusión fácil, sin adentrarse en posibles complicaciones policiales o en posibles chantajes o, también, en profundizar en la historia de los amores adúlteros entre el diplomático y la mujer del aristócrata.