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Voto de Antonio Morales:
9
Cine negro. Thriller. Intriga. Drama En un momento crucial de su vida financiera, Gondo (Toshirô Mifune), un directivo de una importante empresa de zapatos, recibe la noticia de que su hijo ha sido secuestrado. El rescate exigido es una gran cantidad de dinero, pero Gondo la necesita para cerrar una negociación que le dará el control de la empresa. (FILMAFFINITY)
30 de enero de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Akira Kurosawa puso en marcha la adaptación de “King´s Ransom”, una novela negra escrita por el desaparecido Ed McBain, trasladando su acción a la era de desarrollo económico que Japón estaba atravesando. El resultado fue una nueva incursión del cineasta nipón en el “film noir”, tras los anteriores: “El ángel ebrio”, “El perro rabioso” y “Los canallas duermen en paz”. Sin embargo, esta nueva experiencia se saldó con fortuna, porque Kurosawa crea un film de alto voltaje, un thriller electrizante de narrativa minuciosa y descriptiva , punteada por las llamadas telefónicas, encuadres por los que a veces se mueven hasta ocho personajes, que nada tiene que envidiar a los clásicos americanos. La virtud moral opuesta a la degradación sádica y violenta.

“El infierno del odio” se sustenta sobre un guión sin fisuras, de una precisión absoluta y elaborado meticulosamente, respaldado por una puesta en escena absorbente y un “tempo” cinematográfico trepidante, casi vertiginoso en determinados momentos, como por ejemplo, la larga escena desarrollada en el tren expreso. Elementos que entroncan perfectamente con los gustos del público occidental que suele rechazar cierto tipo de cine contemplativo. La traducción del título original, algo así como “Lo alto y lo bajo”, hace referencia a dos niveles de realidad social y moral distintos a través de la posición que, dentro del imaginario religioso, ocupan dos lugares tan antagónicos como son el Cielo y el Infierno. Una obra moral en clave de emocionante thriller.

Gondo (Toshiro Mifune), destacado accionista de una fábrica de calzado, recibe la noticia de que han secuestrado a su hijo, el mismo día en que espera llevar a cabo una inversión financiera que le convertirá en el mayor accionista de la compañía. Sin embargo, el niño raptado resulta no ser el suyo, sino el hijo de su chofer con el que jugaban juntos. Planteándose un serio dilema moral, pagar el rescate y no poder hacerse con el control de la empresa o dejar que el niño muera. En el primer espacio hallamos a Kingo Gondo, un alto ejecutivo industrial, cuya residencia está ubicada sobre una colina en la ciudad de Yokohama. En el segundo, se encuentra Takeuchi, un estudiante de enfermería que siente un intenso odio hacia los poderosos, que intenta arruinar la vida de Gondo al que considera su enemigo. El jóven es un ser corroído por la envidia, pero desconoce que el directivo de la fábrica de zapatos en un hombre honesto y emprendedor, que lo que ha conseguido ha sido por su esfuerzo y dedicación.

Sin embargo, esta acción tiene como consecuencia un cambio hacia una actitud más humana por parte del empresario: abandona el frío egoísmo del hombre capitalista y despierta su conciencia moral, sobre todo cuando empieza a preocuparse por la vida del hijo ajeno. Todos estos temas componen el primer segmento del film, en el que la trama gira en torno a la figura de Gondo. El segundo segmento, claramente diferenciado del anterior, se centra en la intensa actividad de la policía para capturar al secuestrador asesino que incluye la magistral escena final, filmada con una maestría absoluta que resulta clave para entender la obra. El Cielo de los buenos y el Infierno de los malos. Merece estar entre las mejores de su autor y en mis favoritas.
Antonio Morales
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