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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Siglo XIX. Los Smith, una poderosa y rica familia de Glasgow, se trasladan a una nueva casa. Una de las hijas, Madeleine, es la niña de los ojos de su padre. Él desea que su hija se case con cierto caballero de notable posición, pero el corazón de Madeleine pertenece a un joven humilde... (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca estrenada en las pantallas españolas, por lo tanto poco conocida, su tardío descubrimiento fue por la televisión y el DVD. El propio David Lean alimentó en parte esa cierta indiferencia hacia “Madeleine” al declarar que, se trataba de una película hecha para contentar a la que por entonces era su esposa, la actriz Ann Todd. Sin embargo, en mi opinión, este film, melodrama decimonónico muy bien ambientado, es uno de sus mejores trabajos, y que merece una consideración por lo menos igual a otros trabajos más conocidos del cineasta.

“Madeleine” es la enésima demostración de que, cuando se habla de cine – o de arte en general –, hay determinadas creencias que nunca deben tomarse como si fueran axiomas irrefutables, so pena de caer en un engorroso inmovilismo. Una de ellas es la socorrida, exagerada y repelente noción de la “película de encargo”, que tiende a usarse como arma arrojadiza para, según las ocasiones, despreciar los films realizados por directores meramente funcionales y sin personalidad que se pliegan a las “exigencias de los productores”, o para excusar las películas mediocres de cineastas más interesantes pero puntualmente sometidos al yugo de ese “tirano sin sensibilidad” conocido como “productor”. Generalizar siempre resulta contraproducente, y habría que ver caso por caso a lo largo de la historia del cine. Pero también han existido cineastas que supieron mantener la dignidad y el interés de su obra, con independencia de que fueran o no “de encargo”. Y productores inteligentes que supieron elegir al director adecuado, por considerarlo el más idóneo al proyecto en función de su estilo y personalidad.

Además, nada obligaba a Lean a realizar un film que no le interesara, estando en el mejor momento de su carrera. “Madeleine” tiene muchas cosas afines al ideario de David Lean. En primer lugar, Madeleine Smith encaja perfectamente con las heroínas del cineasta, retratos de mujeres encerradas en un contexto social y sexual represivo, que busca su liberación y realización personal por medio de una experiencia fuera de su órbita cotidiana, en su caso una aventura amorosa con alguien ajeno a su entorno (un extranjero) que la gratifica sexualmente y la sitúa al margen de las convenciones sociales que rigen su existencia (la obediencia a un padre autoritario, la aceptación de un matrimonio de conveniencia). En segundo lugar, “Madeleine” hace gala de una serie de recursos formales propios de Lean, mostrando su característica utilización dramática de la fotografía y el decorado y su empleo del comentario sonoro (música y sonidos) con vistas a añadir sugerencias y acotaciones que complementen el relato.

Basada en hechos reales acaecidos en el Glasgow de mediados del siglo XIX. El film tiene dos partes diferenciadas: una primera mitad mórbida y sensual, dominada por las pasiones más encendidas y los sentimientos más extremos (amor y odio, vida y muerte); y una segunda, en cambio, mucho más rígida y austera, en la que aquel torrente de emociones subjetivas es sometido a un frío proceso de de análisis objetivo – no sólo judicial sino, también social, moral y ético – que intenta racionalizarlas. En este sentido “Madeleine” es una excelente síntesis de ese discurso latente en todo el cine de Lean sobre la sensualidad y su represión. El cineasta y gran montador, nos recrea unos sucesos envueltos en una extraña historia romántica y una mujer que supo asumir sus errores.
Antonio Morales
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