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Voto de Antonio Morales:
7
Comedia. Aventuras Basada en la novela homónima del escritor inglés Henry Fielding. Nunca se supo quién era su padre, así que Tom Jones (Albert Finney), creció adoptado por el generoso señor Allworthy, habiéndole tocado compartir afecto y contrariedades con el sobrino de éste, Blifil (David Warner) pues da la casualidad de que ambos se enamorarán de la misma muchacha: Sophie Western (Susannah York). quien prefiere a Tom, pero parece condenada a contraer ... [+]
16 de diciembre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Deliciosa y fresca adaptación por parte del dramaturgo John Osborne y el cineasta Tony Richardson, de la novela picaresca y aventuras homónima escrita en 1748 por Henry Fielding (1707-1754), uno de los clásicos británicos de este tipo de literatura. Fielding era un confeso admirador de la novela y el estilo del gran Miguel de Cervantes. Osborne y Richardson ya habían trabajado juntos en el teatro y el cine, adaptando el segundo, la obra del primero, “Mirando hacia atrás con ira”, fiel reflejo del “Free Cinema”, un estilo que huía del academicismo y la pomposidad del acartonado y clásico cine británico. Tony Richardson, entre otros, lideró y alimentó este movimiento frente al cine que estaba vigente, el ansia de renovación que les era consustancial, sacudieron los viejos cimientos del cine.

Un film vitalista y divertido que significó la consagración industrial del movimiento cinematográfico, arrasando ese año en los Oscars. Narra las peripecias de un joven bastardo, Tom Jones, adoptado por el señor Allworthy, un apuesto Albert Finney que saltaría al estrellato con su interpretación de un intrépido, licencioso y noble libertino que se enamora de la bella Sophie, que le corresponde, pero las diferencias de clase y los planes que tiene para ella su tía, hacen imposible su amor. Una lúcida sátira sobre la burguesía, la aristocracia y la nobleza del siglo XVIII, una descarnada visión de la naturaleza humana. Una lujosa producción, plena de humor y parodia, rodada en unos esplendidos paisajes de la campiña inglesa.

El film se abre con unas imágenes acompañadas de rótulos en claro homenaje al cine silente, sin intención de ser ceremonioso, todo lo contrario. La música y la fotografía resaltan la excelencia del film, donde no faltan escenas espectaculares como la cacería filmada de forma soberbia, donde los nobles se divertían a caballo y con los perros en pos de una presa. Tampoco faltan los duelos, los soldados, las tabernas, las posadas, las prostitutas, los salteadores de caminos, las calles mugrientas de un Londres con hedor a cloacas y lujosas mansiones donde la gente hipócrita, los rufianes y la mezquindad era moneda de cambio. La modernidad de esta historia reside en el papel destacado que asumen las mujeres, que adoptan una personalidad nada pasiva para las convenciones de la época, ellas suelen ser las más fuertes y atrevidas.

La voz en “off” permanente va punteando las vicisitudes de nuestro protagonista, sus alegrías y desgracias van siendo comentadas con un léxico rico en matices. El “Barry Lyndon” de Kubrick está emparentado en cierta forma con Tom Jones, el film del neoyorquino filmado 12 años más tarde, no obstante, daba una visión más académica suntuosa, perfeccionista y distanciada del periodo, en cambio ésta, es mucho más liviana, alocada y trepidante, siempre buscando la complicidad del espectador.
Antonio Morales
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