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Voto de Antonio Morales:
7
Musical En la Sevilla del siglo XVII, Don Giovanni es un seductor sin escrúpulos, un libertino que atrae sobre sí el odio y el deseo de venganza de poderosos enemigos, aunque él mismo no lo descubre hasta que, quizás, sea demasiado tarde... Adaptación cinematográfica de la ópera de Mozart. (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2014
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras realizar el film, Losey manifestó: “He pretendido hacer accesible esta música a un público popular lo más amplio posible, a todos aquellos que aman la ópera y que raramente pueden verla y oírla sobre un escenario”. Desde esta perspectiva, la película cumple con la finalidad que se había propuesto, y que debe ser el necesario prólogo de todo análisis del film de Losey. Romper el injusto círculo elitista dentro del que la ópera se mueve desde hace muchos años, sobre todo en países como España, en mi opinión supone una aportación cultural que no es nada desdeñable. Aunque he de reconocer que en la actualidad y gracias a las nuevas tecnologías, algunas salas de cine retransmiten digitalmente algunas óperas desde el mismo teatro. Cosa muy loable por parte de los exhibidores.

A estas alturas, todo hijo de vecino conoce las andanzas del noble, rebelde, libertino y conquistador, aquí más conocido por Don Juan. El “Don Goivanni” estrenado en 1787 en Praga, es una obra revolucionaria que al igual que “Las bodas de Fígaro” son el reflejo de unas ideas que iban a plasmarse en la revolución francesa de 1789. Mozart compuso esta genial ópera atormentado por la reciente muerte de su padre, con el que no mantenía buena relación. Su música borbotea a través de todas las cumbres y abismos del destino humano y nos introduce en un mundo cuya oscura sublimidad nos hace contener la respiración para luego precipitarnos de golpe con lo cotidiano, pasando hábilmente de la comedia a la tragedia, una genial fusión de contrastes que van de la alegría al horror.

Este “Don Giovanni” satisface en mi opinión las exigencias de calidad musical y rigor deseables para poner en pie esta obra magistral de Mozart. Un conjunto de intérpretes y cantantes, por supuesto, de primera fila para la época. Bajo la maestría musical del director Lorin Maazel, al frente de la Orquesta y coros de la Ópera de París. La escenografía se apoya en el talento de Alexandre Trauner, famoso por realizar aquella grandiosa oficina donde trabajaba Jack Lemmon en “El apartamento” de Billy Wilder. Pero si en el aspecto musical es impecable, en el aspecto cinematográfico no lo es tanto.

Si Joseph Losey presumía de querer filmar una película y no una ópera representada, tratando de relatar la obra con un lenguaje cinematográfico, en mi opinión lo consigue a medias. Tal entidad debería nacer de algo que, salvo detalles aislados, no posee el trabajo de Losey: inventiva en la puesta en escena, soluciones que dieran un carácter peculiar y autóctona a la película, inspiración del cineasta que aportase imágenes a lo que en su principio es verbal y musical. No se trata de enmendar la plana a Mozart y su libretista Da Ponte, ni muchísimo menos de traicionarles en aras de una supuesta originalidad que acabaría siendo fatua. Es muy de respetar y elogiable, la modestia de Losey en subordinar su talento a otros autores, en ponerse al servicio de una obra maestra que él admira y admiramos todos. Pero esta postura no resultaría contradictoria con la búsqueda real de elementos que permitiesen el trasvase de un lenguaje a otro y que generara, por tanto, una obra equidistante de Mozart y de Losey. La edición que se ha editado en dos DVD consta de extras interesantes y una imagen y sonido restaurados en digital, una gozada.
Antonio Morales
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