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Voto de Antonio Morales:
2
Comedia Paco y Virgilio son dos golfos madrileños que viven del timo en todas sus variantes: desde el timo de la "estampita" al "tocomocho". En cambio, Julita, la hermana de Paco, y Katy, su mejor amiga, viven honradamente trabajando como mecanógrafas en una agencia de viajes. Como la policía les sigue la pista, son cada vez más frecuentes sus visitas a la comisaría y sus estancias en la prisión de Carabanchel. (FILMAFFINITY)
11 de mayo de 2016
10 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es un término que suele emplearse de manera despectiva para hacer referencia a determinadas obras artísticas que exageran y falsean el carácter español. Se trataría de un estereotipo desajustado creado a través de la reducción de la realidad española al desacertado tópico, un esperpento chabacano que roza la estupidez. Yo añadiría, un adjetivo peyorativo que denota desprecio, repugnancia por la vulgaridad, y que detesto utilizar, porque generalmente se suele aplicar a películas que no lo merecen, al menos como yo entiendo el cine, porque se puede aceptar una película humilde en lo económico, en sus propuestas artísticas, desacertada en sus resultados, pero siempre desde la profesionalidad, lo que no debe hacer jamás es faltar al respeto del espectador, ninguneándolo y menospreciando su inteligencia que es lo que perpetra Pedro Lazaga, su desmotivado director.

Eso sí, con la aquiescencia del productor José Luis Dibildos, autor de este lamentable guión, un engendro de humor facilón, rastrero, zafio, grotesco, que no consiguió de mí, apenas un amago de sonrisa, no ya de carcajada, porque lo que sentía a medida que se sucedían los despropósitos, las estafas, los timos y travesuras indecentes de los protagonistas, era una creciente sensación de hastío, de tristeza e indignación por lo calamitoso del argumento y el ridículo de sus actores, que por respeto hacia ellos, prefiero no mencionar, con los que es imposible empatizar, histriónicos, sobreactuados y mal dirigidos, al parecer por un director torpe y sin interés por lo que nos cuenta. Si analizamos la penosa filmografía de Pedro Lazaga, veremos que tiene el dudoso honor de dirigir lo peor del inefable Paco Martínez Soria y lo peor del “Landismo” en la calamitosa “Vente a Alemania Pepe”, obra cumbre del peor retrato de la inmigración española.

Los tramposos” desde su planteamiento inicial, ya nace vieja y acartonada, con olor a humor rancio y trasnochado, su desfachatez es inadmisible, porque no creo que en 1959 la gente fuera tan estúpida, cándida y maniquea como nos la presenta su director, más aún cuando asistimos a la poca naturalidad con que se desenvuelven los personajes, emulando como una patética parodia sin gracia que produce vergüenza ajena. No encuentro ni una pizca de ingenio, de ironía, de sutileza, de complicidad con el espectador, todo es previsible, mentecato y ruin. Un humor casposo y grasiento, donde los personajes apenas tienen profundidad psicológica, son estereotipos comunes sin entidad, en un Madrid cutre, chusco y poco recomendable para el turista que es retratado como un imbécil sin criterio al que se le maneja como un borrego, paseándolo por la villa como ganado manso al que engañar. No es que yo aborrezca el cine de evasión, popular, comercial o como se quiera llamar, lo que me produce aversión es lo chapucero, su poca honestidad y decencia para hacer un producto digno sin atajos y de calidad.

Un argumento que en el colmo del absurdo más delirante nos muestra a estos granujas de pacotilla, en sólo tres planos, reconvertidos en buenos chicos, sufriendo los rigores de la decencia y admirados por sus féminas, unas secretarias complacientes y sufridas que disfrutan paseando por el retiro, aunque no tengan donde caerse muertos. Mi más absoluto rechazo a este tipo de cine que desprestigia al cine español en general, que sirve para que mucho ignorante descalifique generalizando injustamente muchos trabajos honestos y respetables. Dibildos afortunadamente, fue abandonando este tipo de basura infecta y reprobable, que le habría engordado su cuenta corriente, pero le había desacreditado como productor de prestigio, para producir lo que se denominó la tercera vía, películas que apostaban con jóvenes directores y guionistas por temas sociales sin dejar de ser comerciales, su obra cumbre en la producción sería la excelente adaptación de la novela de Camilo José Cela, “La colmena” de Mario Camus, una película inolvidable.
Antonio Morales
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