Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
6
Terror Narra la historia del Marqués Karl Ziemmer y su esposa, Erszebeth Bathory, descendiente de una condesa que solía bañarse en sangre de vírgenes. En la comarca se producen una serie de crímenes cuyas víctimas son siempre jovencitas cuya sangre es misteriosamente drenada. (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de culto, integrada dentro del género de terror gótico, que durante los años setenta experimentó un renacer a nivel internacional, igual que había sucedido con la productora Hammer durante la década de los cincuenta. Jorge Grau, más tarde le llamaron Jordi… director inquieto y con talento que andaba en dificultades artísticas y con la taquilla, dirigió con maestría y éxito esta coproducción hispano-italiana. Aunque no es el tipo de cine que me entusiasma, he de reconocer que está bien construido y su puesta en escena es muy efectiva. Me refiero a la utilización de ese erotismo siempre latente como aliciente de este género mucho más insinuado que explícito muy en boga de ese tiempo de una cierta apertura y justificación.

En Cajtice, un enclave centroeuropeo, se encuentra el castillo-palacio de Erzebeth Bathory (Lucía Bosé), donde vive esta aristócrata obsesionada con el paso del tiempo y lo efímero de la belleza juvenil, descendiente directa de la legendaria condesa húngara Bathory, la “Condesa sangrienta”, célebre, según se decía, porque solía bañarse en sangre de vírgenes para conservar su piel joven, tersa y suave (al personaje histórico se le atribuyen más de seiscientos asesinatos y muertes violentas, en lo que se cree una leyenda negra inventada por sus enemigos políticos de la época, primer tercio del siglo XVII). La condesa actual (estamos en 1807) está casada con el marqués Karl Ziemmer (Espartaco Santoni), que, la verdad, no le hace mucho caso y prefiere a las jovencitas aldeanas de la zona. Eso irrita mucho a una Erzebeth que, azuzada por su nodriza personal, una vieja repugnante (Ana Farra), busca en el mito de su ilustre antepasado la solución para recuperar los encantos con los que recuperar el deseo de su esposo.

Mientras, Ziemmer actúa como miembro del tribunal que ha de juzgar un caso de vampirismo en el pueblo, ya que se acusa al antiguo médico de salir de la tumba por las noches y agredir a distintas mujeres, entre ellas su viuda y su hija. Sin embargo, una vez eliminada la amenaza, los fenómenos continuarán sucediendo. El argumento transita en su escasa hora y media de metraje por algunos lugares comunes del género (el enterramiento en la cripta, las distintas visitas nocturnas, los omnipresentes murciélagos, las supersticiones populares ligadas a los no muertos, la brujería, los lobos aullando, las noches de luna llena, etc.), si bien introduce algunas variaciones que, si no enriquecen, sí al menos varían lo previsible y lo limitado de la propuesta.

El guión va más allá de la mera historia vampírica o de la personalidad psicopática de la condesa, y se adentra más en posibles lecturas socio-políticas o incluso culturales acerca de estos mitos y de su posible aparición y perdurabilidad con los siglos. Por otro lado, la fuerza de la película no estriba tanto en el argumento, a pesar de las connotaciones que lo distinguen de las películas de vampiros al uso, sino en la atmósfera, magníficamente reflejada por Grau en la utilización del color, de la luz (una película extrañamente luminosa, poco lúgubre o tenebrosa a pesar de su temática, incluido el palacio donde transcurre la acción, nada que ver con el típico castillo gótico medio en ruinas) y, especialmente, en el manejo de la música, de los efectos de sonido, y la conjunción de todos estos elementos con las localizaciones escogidas. Una película nada desdeñable.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow