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Voto de Antonio Morales:
6
Drama Un torero fracasado, que ha tenido que conformarse con ser monosabio, quiere que un muchacho logre lo que él no logró y, pagando los gastos de la corrida, le hace torear en un pueblo, gastándose el dinero que su hija tiene para su próximo parto. El padre de la criatura es precisamente su protegido, pero esto es algo que ignora... (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2016
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los poco avezados en el mundo taurino, se denomina monosabio al mozo subalterno que se cuida de las tareas del cuidado y ayuda del picador y los caballos de la cuadrilla del matador de toros. El nombre de monosabio procede de un espectáculo cómico que tuvo lugar en la plaza de toros de Las Ventas en Madrid en el año de 1847, en el que una cuadrilla de monos amaestrados realizaba una serie de suertes en el ruedo. Este espectáculo era conocido con el de los “monos sabios”. Estos simios vestían sacos de color encarnado, razón por la cual el público los comparo con los mozos de caballos de la plaza que vestían prendas similares.

Sería conveniente descubrir esta comedia dramática casi desconocida por los jóvenes espectadores y aficionados al cine que al menos merece un comentario en esta web, aunque sólo sea como referencia de consulta. La historia de un sueño inalcanzable pero intentado a toda costa. La situación tantas veces planteada del adulto que intenta proyectar sus sueños frustrados en la persona querida sea o no de su sangre, realizar el sueño que uno no pudo conseguir a través de otro ser que intentamos moldear sin contar a veces con su opinión. Una trama desencantada, agridulce y esperpéntica, de unos seres patéticos y reconocibles, en busca de fama y gloria.

José Luis López Vázquez fue un actor polifacético que encarnó a numerosos y variados personajes, siempre desde la humildad, desde la comedia hasta el drama, en mi opinión poco reconocido que en esta ocasión realiza un trabajo asombroso, incluso vestido con un traje de luces. Su protagonismo asume perfectamente las claves del esperpento que se sitúan en una realidad deformada, donde asistimos a situaciones absurdas y ridículas. Las desventuras de un soñador que se inventa un pasado tan glorioso como ficticio, hasta el punto de creérselo realmente. El apadrinamiento jocoso de un proyecto de joven torero al que ni siquiera se le presume vocación.

Buenos secundarios que engrandecen una farsa tragicómica según su propio director, Ray Rivas, cineasta estadounidense hijo de emigrantes gallegos, proveniente del mundo publicitario, contratado por el Productor José Luis Borau para el film. El guión era de Pedro Beltrán, que había escrito con anterioridad “El extraño viaje”, la obra maestra de Fernando Fernán Gómez, Beltrán fue gran aficionado a los toros y tertuliano del Café Gijón donde se reunían poetas y escritores además de intelectuales de la época. Una película nada desdeñable que demuestra una vez más que desde el humor esperpéntico y patético se pueden abordar los tristes y desoladores conflictos humanos.
Antonio Morales
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