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Voto de Antonio Morales:
4
Drama Blanca va a casarse por segunda vez. Su anterior matrimonio fue anulado. Pero la noche antes de la pedida decide huir. En la estación se encuentra con su antiguo marido. Hace varios años que no se ven, pero siguen queriéndose. Aunque pasan la noche juntos, todo sigue igual. (FILMAFFINITY)
25 de agosto de 2016
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la bellísima y evocadora aria perteneciente a la ópera Tosca de G. Puccini, y que el director Regueiro, en versión orquestal utiliza en diversas secuencias de este extraño film. Una de las más raras películas del cine español, que el cineasta nos plantea como un juego, un juguete, en el que el absurdo, la provocación y el despropósito forman una combinación dinamitadora de regusto surrealista-buñueliano; me refiero concretamente a su etapa francesa. “Las bodas de Blanca” responde a lo que a comienzos de los años 70 se entendía como “La tercera vía”. Entendido como un cine de “calidad” que no renunciara a los gustos del gran público. Un tipo de cine que José Frade, su productor, tanteó en diversas ocasiones y con muy diferente fortuna, pero el resultado con Regueiro fue muy diferente del previsto en un principio.

El director vallisoletano acababa de rodar la comedia negra “Duerme, duerme, mi amor” y debían ser los protagonistas de este film (Laly Soldevila y José Luis López Vázquez) los que interpretaran también “Las bodas de Blanca”, aunque finalmente los papeles fueron para Conchita Velasco y Javier Escrivá que naturalmente dan un aire muy distinto a la trama, pasando a ser mucho más drama que comedia, un cambio contra natura en mi opinión, secundados por Isabel Garcés y Paco Rabal. Un reparto que debía salvar la imposible comercialidad de la película, pues a este propósito deben responder, sendos y pudorosos destapes de Concha Velasco, eran tiempos en los que cualquier excusa podía justificar un desnudo, más o menos integral. Pero cuya dudosa adecuación a los personajes la hizo todavía más inverosímil y lamentable.

Francisco Regueiro y el guionista Ángel Fernández Santos, reputado crítico de cine de El País, en su primera y decisiva colaboración conjunta, orientaron sus dardos hacia los tópicos morales del ciudadano medio español: el matrimonio, la virginidad, el honor, la religión y la represión moral. Y lo hicieron a través de la disparatada historia (spoiler).

Estructurada en largas secuencias, unidas entre sí de forma azarosa y entrecortada, no sé muy bien si por voluntad de ruptura, por escasa pericia narrativa o por ambas a la vez. De ello resulta un film poco atractivo en su devenir, de carácter insólito, transgresor y decididamente singular, en el peor sentido de la palabra. Su “audacia” le costó diez años de inactividad hasta que pudo filmar su siguiente película mucho más aceptable “Padre nuestro”. Regueiro siempre fue un cineasta maldito, veneno para la taquilla, que se suele decir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Antonio Morales
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