Si Amélie hubiese sido australiana y judía, su preadolescencia podría haber sido similar a la de Esther Blueburger. Niña inadaptada en colegio privado -con uniforme que incluye sombrero de paja y gabardina- padres snobs y distantes, y hermano opositando a delicuente juvenil. Esther "toma prestado" de su escuela un pato al que bautiza como "Normal" y entabla una amistad con una chica alternativa de madre liberal, que estudia en otro colegio... al que Esther decide trasladarse.

Simpática, a ratos tópica, aunque con destellos de originalidad (cuanto más freak mejor funciona, con pinceladas de sorprendente humor negro) es en cualquier caso más inteligente y con un mensaje más sano que el 90% de comedias "para toda la familia" que nos regala Hollywood anualmente