"La Caza" impacta porque tiene una lectura amplia que va más allá del caso que se nos muestra en la película. Porque hay muchos tipos de cazas y muchos tipos de cazadores.

"La Caza" es el linchamiento a alguien que se supone que ha hecho algo que realmente no ha hecho, pero también puede ser el vacío que se le hace a alguien que ha dicho algo que realmente no ha dicho; y al que se le condena sin dar ocasión de defenderse. Porque acusar es más cómodo que dialogar. Porque tenemos más facilidad para lo primero que para lo segundo.

"La Caza" me ha recordado a "el juego del teléfono" al que de pequeños todos habremos jugado en alguna ocasión, y que comienza con un mensaje al oído del primer interlocutor ("Miguel quiere besarte en el pasillo") y que va pasando de boca venenosa a oído sordo hasta acabar llegando al destinatario ("Rubén quiere rajarte con un cuchillo").

Y es que el mayor miedo que me ha provocado "La Caza" es observar la facilidad con la que un bulo, un rumor, un mensaje se va deformando grotescamente; magnificándose y culpabilizando.

Porque el cazador no sólo es quien sujeta el arma y aprieta el gatillo; toda la masa silenciosa pero amenazante que va detrás también participa de la cacería. Y en algún momento de nuestras vidas hemos ido de caza (seguramente tras el amparo moral de ir detrás del hombre armado), de la misma forma que en algún momento hemos sido el blanco. Y si no, tiempo al tiempo.