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Voto de Victor M Lazaro:
9
Western. Aventuras Texas. En 1868, tres años después de la guerra de Secesión, Ethan Edwards, un hombre solitario, vuelve derrotado a su hogar. La persecución de los comanches que han raptado a una de sus sobrinas se convertirá en un modo de vida para él y para Martin, un muchacho mestizo adoptado por su familia. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las personas vuelven de la guerra y parece que traigan consigo una nueva personalidad estrechamente relacionada a nuevos miedos y traumas. No todos parecen preparados para volver al remanso de paz en el que vivían y para volverse a calzar las botas de aquella persona que en otro tiempo meditaba sobre lo superfluo y lo trivial. En cierta medida es el caso de Ethan Edwards, pero sólo en cierta medida, porque Ethan no tiene tiempo de probarse así mismo tras la guerra de Secesión y ha de volver a la caza, a la lucha, al odio. Yo creo que este personaje bien podría reflejar a cualquiera que hubiera perdido gran parte de su vida amando a la mujer de otro y luchando para caer finalmente derrotado, quizás incluso sea un digno destino para alguien que aborrece su propia existencia, como claramente es el caso. Y en el transcurso de una venganza es posible que uno pudiera encontrarse de nuevo ante lo que más odia con todas sus fuerzas. Ethan tiene que enfrentarse nada más y nada menos que a su inmensa rabia y odio para rescatar a su sobrina de las fauces de los malvados indios (un tópico del Western), los que a su vuelta de la guerra acabaron con casi toda su familia y escaparon con lo que para él es un símbolo...y no me vengan con el tema del racismo aquellos que intentan ver al demonio, porque ciertamente cualquiera en su sano juicio haría lo mismo que hizo Ethan Edwards: perseguir al responsable hasta la extenuación.

John Ford crea con su maravillosa mente un escenario en el que sucede una historia fácil de entender, difícil de contar y rodada de manera soberbia. Se puede captar cada emoción de tal manera que, como ocurre con las obras maestras, nos trasportamos a la historia y nos sentimos parte de ella, dejando de ser meros observadores para acabar siendo testigos, con lo que ello implica. Las localizaciones en Monument Valley (Utah) son simplemente espectaculares y sorprenden por su sencillez y gran belleza al mismo tiempo. La fotografía, responsabilidad de Winston C. Hoch, es impresionante. El rodaje en Panavision le otorga al film una calidad excepcional que aumenta el disfrute visual de la obra de Ford.

Se trata de un Western imprescindible en la videoteca de cualquier cinéfilo que se digne llamar así. La primera parte de la película es puro arte y el resultado final es excelente. Las interpretaciones rayan la perfección, sobre todo en el caso de Wayne y Hunter. La técnica de esta película hace de su visionado un deleite para los sentidos. Estamos ante otro magnífico trabajo de Jonh Ford, el cual, más allá de la valoración o juicio que se pueda hacer sobre su persona, acomete un cine que roza la perfección en su conjunto y la alcanza en muchas de sus secuencias y planos.

Un saludo.
Victor M Lazaro
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