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Voto de llanternamagica:
10
8,2
6.331
Drama
Este clásico del cine mudo fue el primer film que explotó el movimiento de cámara. Narra cómo el portero de un lujoso hotel, un anciano orgulloso de su trabajo y respetado por todos, es bruscamente degradado a mozo de los lavabos. Privado de su antiguo trabajo y del uniforme que le identifica, intenta ocultar su nueva condición, pero su vida se va desintegrando lentamente. (FILMAFFINITY)
26 de octubre de 2007
91 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impresionante película. Sobretodo por el innovador trabajo de las cámaras. Cámaras que se mueven. Hasta entonces todos los planos se hacían con una cámara fija. Pero en esta película la cámara sube y baja por ascensores, se desliza por una puerta giratoria, avanza y retrocede por pasillos, da vueltas y deforma la imagen simulando una monumental borrrachera, se convierte en la protagonista ya que vemos la historia a través de los ojos del humillado portero. También volará al son de la música de una trompeta. Los decorados son un auténtico lujo, se observa un trabajo monumental para dar realismo y profundidad a las calles llenas de coches y gente.
Murnau alegrará a aquellos que odiáis los rótulos en las películas mudas (él también los odiaba): sólo hay un rótulo que anuncia el epílogo de la película y es simplemente una nota aclaratoria. Os aconsejo que activéis los subtítulos en castellano porque salen varios textos en el film: una carta y un periódico. Más que nada porque si no sabéis alemán pues os vendrá bien un subtítulo para enteraros de lo que pone. Si no me equivoco creo que es la primera película muda que se rodó sin rótulos. Murnau se propuso eliminarlos y lo logró. Por lo menos en la versión alemana restaurada que es la que yo he visto. Las versiones que se comercializaban para el resto de Europa y Norteamérica tenían algunos rótulos, si no recuerdo mal.
La película debe todo su ingenio no sólo a Murnau si no también al equipo de especialistas que trabajó con él, innovando sobre la marcha nuevos encuadres y nuevas formas de trabajar con la cámara. Creo que darle sólo el mérito a Murnau (que lo tiene y mucho) es injusto para todos los técnicos que le asistieron en la realización del film.
Recomendadísima.
Murnau alegrará a aquellos que odiáis los rótulos en las películas mudas (él también los odiaba): sólo hay un rótulo que anuncia el epílogo de la película y es simplemente una nota aclaratoria. Os aconsejo que activéis los subtítulos en castellano porque salen varios textos en el film: una carta y un periódico. Más que nada porque si no sabéis alemán pues os vendrá bien un subtítulo para enteraros de lo que pone. Si no me equivoco creo que es la primera película muda que se rodó sin rótulos. Murnau se propuso eliminarlos y lo logró. Por lo menos en la versión alemana restaurada que es la que yo he visto. Las versiones que se comercializaban para el resto de Europa y Norteamérica tenían algunos rótulos, si no recuerdo mal.
La película debe todo su ingenio no sólo a Murnau si no también al equipo de especialistas que trabajó con él, innovando sobre la marcha nuevos encuadres y nuevas formas de trabajar con la cámara. Creo que darle sólo el mérito a Murnau (que lo tiene y mucho) es injusto para todos los técnicos que le asistieron en la realización del film.
Recomendadísima.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Nos habla del desprecio absoluto por la vejez, el ínfimo valor que tiene la experiencia laboral, la frialdad con que se trata a un trabajador. El bondadoso portero de hotel, que luce su uniforme con hechido orgullo ante los demás empleados, los clientes y los vecinos de su humilde barrio es defenestrado a ser asistente en los lavabos de caballeros que se encuentran discretamente apartados tras un buen trecho de escaleras. Como en un agujero, de lujo, pero al fin y al cabo un subterráneo. Allí deberá limpiar los suelos, tazas y ayudar a los clientes a secarse las manos. A medida que pasa la película veremos cómo se avergüenza profundamente de esta situación e intenta esconderla ante su familia (una sobrina recién casada) y sus chafarderos vecinos. Pero las desgracias siempre se acaban sabiendo. Todos se apartarán de él y será objeto de burla.En el momento de más patetismo, cuando parece que el portero roza ya la locura sumergido en la soledad y humillación, la trama toma un inesperado giro hacia la felicidad y alegría.
Este extraño epílogo ciertamente es un final feliz, pero si lo reflexionamos bien tal y como nos dice Murnau en el único rótulo de la película, sólo puede suceder en la ficción. En la vida real, el portero hubiera acabado sus días en el subterráneo lavabo. Así que da cierta desazón. Pero ese final feliz encaja perfectamente con la siguiente reflexión que comentaré.
El film también es una sátira cruel a la importancia que dan ciertas personas al uniforme. Sobretodo al uniforme militar. El de nuestro portero se parece a un abrigo de gala de un general, su corte es sospechosamente marcial. Tiene botones dorados, bordados en cuellos y puños, la insignia del hotel cosida al cuello cual galones de mérito... ¿Cuántos soldados se hinchan de orgullo vestidos con pomposos uniformes, llenos de medallas y galones?. Entendamos que la película es alemana y en plena postguerra (1924). Los gallos militares habían llevado al imperio alemán a la ruina absoluta. ¿Qué poder, inteligencia y valentía se escondían tras los uniformes?. El uniforme de portero es el mayor orgullo del protagonista, su identidad, su mundo, todo lo que él representa. Pero al final no es nada. Sólo un trozo de tela. El final feliz le enseña que es el dinero el que realmente da poder y protección. Es una reflexión extremadamente triste: el dinero lo es todo. Pero aún así nuestro portero en la última escena no olvida sus orígenes y vuelve a silbar orgulloso su silbato. Así como acoge bajo su protección al vigilante de noche, el único que se apiadó de su lastimosa situación.
Este extraño epílogo ciertamente es un final feliz, pero si lo reflexionamos bien tal y como nos dice Murnau en el único rótulo de la película, sólo puede suceder en la ficción. En la vida real, el portero hubiera acabado sus días en el subterráneo lavabo. Así que da cierta desazón. Pero ese final feliz encaja perfectamente con la siguiente reflexión que comentaré.
El film también es una sátira cruel a la importancia que dan ciertas personas al uniforme. Sobretodo al uniforme militar. El de nuestro portero se parece a un abrigo de gala de un general, su corte es sospechosamente marcial. Tiene botones dorados, bordados en cuellos y puños, la insignia del hotel cosida al cuello cual galones de mérito... ¿Cuántos soldados se hinchan de orgullo vestidos con pomposos uniformes, llenos de medallas y galones?. Entendamos que la película es alemana y en plena postguerra (1924). Los gallos militares habían llevado al imperio alemán a la ruina absoluta. ¿Qué poder, inteligencia y valentía se escondían tras los uniformes?. El uniforme de portero es el mayor orgullo del protagonista, su identidad, su mundo, todo lo que él representa. Pero al final no es nada. Sólo un trozo de tela. El final feliz le enseña que es el dinero el que realmente da poder y protección. Es una reflexión extremadamente triste: el dinero lo es todo. Pero aún así nuestro portero en la última escena no olvida sus orígenes y vuelve a silbar orgulloso su silbato. Así como acoge bajo su protección al vigilante de noche, el único que se apiadó de su lastimosa situación.