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España España · San Gervasio
Voto de Fendetestas:
4
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11 de enero de 2018
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si, Godard es uno de esos popes intocables del cine. Un supuesto maestro al que ninguna pluma que cobre por ser usada se atreve a criticar por miedo al descrédito. Pero, como yo no soy ninguna de esas plumas y no me pagan por escribir esta crítica puedo decirlo sin ataduras: el emperador está desnudo.

En "Grandeza...." se nos presentan diversas situaciones, incluso algún juego como el del "fallo técnico" con su correspondiente carta de ajuste, y se revisitan situaciones que pudimos ver en otros films previos de Godard. Pero el padre de la Nueva Ola Francesa, en su rizar el rizo utiliza este encargo televisivo para criticar la televisión, y de paso, culparla del fin del cine. No olvidemos que Godard, en aquellos años no estaba muy fino que digamos con tonterías como "Yo te saludo María" o su "Rey Lear" para la Cannon que en fin, son de correr un tupido velo, y no pasaba su mejor momento crítico. Pero el maestro sabe que tiene alumnos, muchos alumnos, y se plantea alumbrar una obra metafórica, metacinematográfica y meta todo. Y se pone a correr, venga metas, para no llegar a ningún sitio. La larguísima escena del casting, y el interminable sincesar de figurantes pronunciando una o dos palabras de un supuesto largo parlamento son el desvarío absoluto de quien sabe que ese desvarío se entenderá como genialidad. Es como cuando le ríes una vez la gracia al bebé que te escupe. Te escupirá hasta que se le acabe la saliva.
Quizá la idea de fondo no esté mal, pero su puesta en escena es desganada, pobre y aburrida -y eso sí que es malo-. Nos salva del tedio -por cierto, justo tras el casting, cuando estamos más adormilados- ese breve momento en que el propio Godard aparece en escena para criticar a Polanski sin criticarlo. Piratas, dice. Sí, justo lo que rodaba entonces el polaco.

Dicho esto, si alguien les pregunta por "Grandeza y decadencia..." pueden tomar dos posturas: verla y desengañarse por sí mismos, o no verla y decir que es una obra maestra, una película maldita y un clásico a descubrir. Y se quedarán tan anchos y su interlocutor tan contento y admirando su sapiencia cinéfila. Ahí es nada.
Fendetestas
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