Magnífica película -dentro de lo que podemos esperar de una comedia oportunista sin ápice de pretensiones, que como siempre ocurrió con el gran Mariano Ozores supo retratar las miserias de un momento concreto e inmortalizarlas para vergüenza nuestra casi 40 años después.
Poco ha cambiado. Hoy como ayer (título de otra película de Ozores, por cierto) hay una pluralidad de partidos, y frente a las tres décadas de bipartidismo que llegaron a partir de 1982, las coaliciones y la búsqueda de aliados políticos están a la orden del día.
Triquiñuelas, camas a lo Berlusconi, tráfico de influencias, prevaricaciones varias.... todo aparece en esta película, lista para ser digerida con sumo placer y con el humor ácido y fácil de Ozores.

En las labores interpretativas ese coloso que es Sacristán corona su papel, a la vez que corona a un Antonio Ozores que estaba en su mejor momento, y como suplemento contamos con el impagable Luis Escobar, en un papel muy deudor de su Leguineche de la saga de Berlanga, al que hacen un explícito homenaje en forma de plagio comentado al final del film.

La película en realidad, se montó incluso con más prisa de la habitual dado que se rodó pensando en que no habría adelanto electoral (el personaje de Ozores llega a decir en cierto momento que los socialistas estarán 4 años y en 1987 volverá la derecha al poder, pensando que las elecciones de 1982 serían en 1983), pero eso en su momento le dio un protagonismo inusitado por su oportunidad absoluta que la ayudó en taquilla.

En fin, que no se la pierdan porque cuenta lo que pasa hoy, pero visto por los que lo sufrieron ayer.