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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Yugoslavia, 1950. La ruptura de Tito con Stalin marcó el principio de un período de represión. Mesa es un buen hombre, casado y padre de dos niños. En una ocasión se le escapa un comentario crítico sobre política, y su amante, resentida, se lo cuenta al hermano de él, un funcionario del gobierno que hace que lo condenen a trabajos forzados. La mujer de Mesa consigue sacar la familia adelante y al más pequeño de sus hijos le cuenta que ... [+]
22 de septiembre de 2008
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En junio de 1950, la reciente República Federal de Yugoslavia, bajo el mando de Josip Broz Tito, estaba sumergida de lleno en un régimen socialista autogestionario que marchaba al margen de la Unión Soviética staliniana. Tito, celoso de todos los territorios balcánicos, pretendía llevar adelante un Estado en el que las dispares repúblicas de Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Serbia, Montenegro, Croacia y Macedonia se hallaban unificadas bajo un precario equilibrio interno. Las grandes diferencias étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales entre las distintas regiones habían convertido los Balcanes en una zona en constante erupción.
Ya consolidado en el gobierno, Tito rompió relaciones diplomáticas con los vecinos y sumió al país en un aislacionismo que incluiría la no participación en el Pacto de Varsovia ni en la OTAN. Fundó un Partido que no admitía oposiciones ni disidencias. La democracia brillaba por su ausencia, así como las libertades políticas.
Kusturica nos hace observar unos tiempos convulsos y difíciles, y para ello escoge a una familia del montón y designa como testigo y narrador de los acontecimientos a un niño, Malik. Vive tranquilamente en su hogar de Sarajevo con su padre, su madre, su hermano mayor y su abuelo materno. La voz de la radio emitiendo noticias sobre la grandeza del Partido, y narcotizando con la exaltación del fanatismo nacional a través del fútbol, sirve de telón de fondo al discurrir de las jornadas en una casa donde se avecinan graves contratiempos. El padre, que es un mujeriego incurable, se verá en aprietos al irse algo de la lengua en uno de sus líos de faldas, y cierta información "sospechosa" llegará a los oídos menos indicados. Su indiscreción derivará en arresto y deportación a un campo de trabajos forzados.
Los mayores, para tratar de ocultar la verdad a los niños, les harán creer que su padre se encuentra "en viaje de negocios". Pero Malik no tiene un pelo de tonto. Advierte que algo no marcha bien. Su madre está siempre triste y llora a menudo, y además él oye y observa detalles que le van confirmando la verdad.
En su particular mundo infantil, Malik capta con sus ojos inocentes las ebulliciones a su alrededor, la sordidez de muchos actos incomprensibles de los adultos, el fervor patriótico que la radio pregona, las tensiones internas de un país conflictivo y los peligros de hablar demasiado ante oídos inapropiados. Saborea la amargura que flota en su casa desangelada y que se pega al paladar con insistencia. Pero Malik es ante todo un niño, y ese filtro irreemplazable de la niñez coloca ante él un presente lleno ilusiones que nada puede romper. Malik sufre, pero encuentra consuelo en un abrazo tranquilizador. Malik atisba cosas que no entiende bien pero que sabe que amenazan su mundo. Malik adora el fútbol y le encantaría tener un balón de reglamento. Alimenta los temores de cualquier niño que sabe que la vida no es una balsa de aceite. Malik se enamora. Ama como no volverá a hacerlo nunca.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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