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Voto de Vivoleyendo:
10
Drama La joven y bella Eiko ha ido a refugiarse a un barrio de Kioto, a casa de Miyoharu, una geisha con muy buena reputación de la que Eiko quiere aprender. Ambas se hacen inseparables, pero una noche Eiko muerde a un cliente y las dos deben abandonar el barrio. (FILMAFFINITY)
25 de julio de 2008
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mizoguchi vuelve a sorprenderme y a postrarme ante su maestría. Como siempre, un guión sencillo, elegante, observador, sensible y certero es su gran baza junto a una puesta en escena cuidadosa y meticulosa, y a una dirección de actores fluida, respetuosa, repleta de buen gusto y de buenas vibraciones que convierten el ejercicio de contemplar la ficción de los personajes en un acto sumamente placentero y satisfactorio.
Como siempre, el telón de fondo de un Japón profundo. Como casi siempre, la posguerra de unos años cincuenta de un país que se alzaba velozmente de sus cenizas.
Ponerse delante de una película de Mizoguchi es viajar derechos a un pasado de tradición milenaria, a un presente que se va imponiendo con contundencia y alterando las costumbres ancestrales de una sociedad otrora cerrada y casi inabordable desde un punto de vista externo no habituado a esos rituales atávicos.
Mizoguchi refleja los sutiles cambios de una sociedad que combina la carga de unas normas de conducta, heredadas de un pasado hasta hace poco inamovible, y la introducción de las novedades que se van produciendo como consecuencia de la natural evolución de una comunidad que se adapta rápidamente a los tiempos.
Resulta curioso y bello observar a esas personas del siglo pasado que siguen actuando como lo hacían sus antepasados, pero ya notando la influencia del cambio. Mizoguchi, con su ojo penetrante, se centra suavemente en dichos cambios, en los conflictos generados, y nos deja una mirada limpia, crítica y compasiva acerca de sus personajes.
Dejando aparcado esta vez el tema de las familias, Mizoguchi coloca ante su cámara la difícil e intrigante profesión de las geishas. Con su tono siempre equilibrado, plantea las bases de un oficio con mucho de artificio y de sufrimiento íntimo. Las geishas, esas mujeres etéreas que parecen muñecas de porcelana envueltas en ricas sedas, elaborados peinados de cabellos negros y brillantes y rostros ocultos bajo el polvo de arroz. Duramente entrenadas en el arte de fascinar y entretener a los hombres, obras de arte en movimiento que han de medir sus palabras, sus gestos y sus corazones. Carcasas hermosas vendidas al mejor postor y sometidas al dominio masculino para poder subsistir en un mundo injusto y organizado en torno al placer de los hombres.
Una geisha no debe mostrar sus sentimientos, no debe mostrar pensamientos provocadores ni rebeldes, y debe aceptar las imposiciones con sumisión.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
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