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Voto de Vivoleyendo:
8
Intriga. Drama 1912. La cena de una acaudalada familia inglesa se ve interrumpida por un inspector de policía, que les comunica que una muchacha conocida por todos los presentes ha muerto en misteriosas circunstancias. Parece que cualquiera de ellos podría haber sido el responsable. ¿Pero quién es este inspector y que quiere de ellos? (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2011
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las más brillantes obras de teatro que he tenido el placer de leer se cuenta, aparte de algunas de Tennessee Williams, ésta de J. B. Priestley, que cayó en mis manos en mi época universitaria. Uno de los libros obligatorios en Literatura Inglesa fue “An Inspector Calls”. No había oído mencionar esta obra nunca antes ni imaginé que iba a zambullirme en una lectura tan apasionante.
Priestley cuestiona la prepotente seguridad de la clase alta, su poder y su hipocresía y derriba su pedestal, situando la acción en un momento muy bien escogido: acaba de empezar el año 1912. No fue seleccionado por casualidad. El siglo veinte empezaba, el progreso industrial y científico-tecnológico auguraba una imparable prosperidad. Los ricos y gente de abolengo pensaban que su estancia en la cúspide de la pirámide de poder no sólo se iba a perpetuar, sino que se marcaría con mucho más encono el lugar que correspondía a cada uno. Los avances permitirían desafiar a la naturaleza y al mismo Dios. El Titanic materializaba en sus lujosas líneas todas las premisas de aquella fe descreída y altiva que creía poder situarse por encima de la mismísima muerte. Con su naufragio, se fue a pique también un espejismo. Los que ya veían la cumbre inmortal por delante se encontraron con que su buque estandarte se hundió en su viaje inaugural, como una risotada de la ironía. Y no contentos con eso, dos años después estalló la primera Gran Guerra europea, una de las muchas que harían del “siglo de la prosperidad” el más devastador.
Pero Priestley sondea la conciencia de una familia acomodada justo antes del hundimiento, de la rotura del dique. Es de aplauso cómo maneja la intriga y el modo, en el transcurso de una sola noche, en que involucra a una familia completa en las trágicas y fatales circunstancias que han derivado en el posible suicidio de una chica.
Con las estrategias de un sobresaliente thriller policíaco, las conciencias se van desnudando y la imponente torre ciega construida tan cuidadosamente por los Birling, por todos los Birling que se creen los dueños del mundo, se cae ladrillo a ladrillo, y deja al descubierto la impunidad con la que actúan, con la que hacen añicos vidas ajenas moviendo un descuidado dedo, dando una desdeñosa orden, cogiéndose una caprichosa pataleta, quitando ligeramente el sustento a alguien, negando ayuda, o jugando a ser piadosos príncipes salvadores de damiselas en apuros (por supuesto no desinteresadamente) para sentirse más hombres. Todo desenmascarado en una noche por un inspector Poole que, la verdad, no estaría nada mal que se presentara sin avisar en unos cuantos millones de casas “respetables”.
Enorme adaptación al cine de una enorme obra poco reconocida. Uno de esos pequeños diamantes muy valiosos que se quedan olvidados en el fondo de un cajón, esperando a ser rescatados.
Vivoleyendo
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