"Dragones y mazmorras" estuvo conmigo durante innumerables domingos y me hizo conocer el sabor del peligro, de los reinos hechizados, de la magia, de la épica y del valor.
Un grupo de chicos y chicas que llevan una vida ordinaria, sin nada destacable, se encuentran un día en un parque de atracciones y atraviesan accidentalmente una puerta hacia un mundo paralelo. El peligroso y fascinante mundo de "Dragones y mazmorras".
Ellos, que nunca han sabido lo que es pelear denodadamente por sus vidas, que no han asumido más responsabilidades que las de estudiar, mantener ordenada su habitación y ser personas civilizadas, ahora han sido arrojados al mayor reto que nadie pueda imaginar.
Todo lo que habían leído sobre guerreros, magos, dragones, princesas y seres de leyenda se hace realidad. Y ellos tendrán que adaptarse a un entorno cruel y duro que hasta entonces sólo existía en los libros.
Y buscar el modo de regresar a casa.
Todo lo que experimentarán a partir de entonces será un largo e interminable viaje de regreso.
Un viaje hacia sí mismos.
Hacia su madurez.
Ese viaje fantástico con el que todos soñábamos.