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Voto de Vivoleyendo:
7
Drama Principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos. (FILMAFFINITY)
11 de julio de 2009
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto no es un cuento de hadas.
Érase una vez unos chicos que crecieron en un Nueva York maldito, vibrante y sórdido, allá por los principios del siglo veinte.
Eran hijos del abandono y de la indiferencia, cuyos padres eran unas calles escasamente hospitalarias y que no ofrecían la menor protección a los niños que las conocían como a sus propias palmas.
Calles malolientes y húmedas en las que la mayor suciedad y el mayor peligro procedían de las bandas organizadas, de los negocios turbios que proliferaban bajo las mismas narices de las autoridades y, a menudo, con su consentimiento y su colaboración. Una corrupción vital que pudría los huesos y el alma.
Y esa corrupción se instalaba ya en los jóvenes huesos de unos chicos que envejecían prematuramente.
Desde que alzaban apenas dos o tres palmos del suelo, aprendían que, para sobrevivir en el fango y en la podredumbre, hay que ser ratas para las que la misericordia es una palabra que casi no existe. Para las que sólo el genuino valor de la amistad tiene algún sentido.
Ratas que se desenvolvían en los subterráneos de la Gran Manzana interiorizando la ley del más fuerte, la ley de matar para que no te maten a ti. Y La ley del Dios Dinero ante el cual hay muy pocas cosas que no estén en venta.
La Ley Seca, con la legendaria prohibición de la fabricación, distribución y consumo de bebidas alcohólicas, dio paso a algunos de los años más negros de la historia reciente de los Estados Unidos.
Y muchas de aquellas ratas de las cloacas de las grandes ciudades se organizaron para formar redes de gángsters que esperaban sacar lucrativos beneficios.
Entre ellas, nuestros jóvenes chicos. Noodles, Max, Cockeye, Patsy y Dominic, quienes se abrían un camino manchado de sangre...
La mirada nostálgica, melancólica y derrotada de un Noodles ya viejo, treinta y tantos años después de aquellos violentos años de su juventud, barre una pantalla que la fotografía de Sergio Leone, y la música de Ennio Morricone, tiñen de llanto silencioso, un llanto tan amargo como la bilis.
No esperemos encontrar felicidad ni redención. La historia de Noodles es la historia brutal de un duro gángster de Nueva York que ha vivido rodeado de sombras, crimen, traición y una soledad abrasadora, probablemente merecida en gran parte. Que, si poseyó luz alguna vez, se extinguió, apagándose lentamente como una desvaída lámpara de gas.
Nada que fuese hermoso podía durar. Ningún alma que persiguiera sus sueños podía escapar a un destino cruel.
¿Podían ellos haber elegido otra cosa? ¿Podía él? ¿Podía ella?
De todas formas, ya es tarde.
Ahora solamente quedan estatuas de sal.
Vivoleyendo
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