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Voto de Vivoleyendo:
10
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Drama
Cabiria es una prostituta que ejerce como tal en uno de los barrios más pobres de Roma. Sueña, sin embargo, con encontrar el amor verdadero, un hombre que la aparte de la calle y a quien pueda entregarse en cuerpo y alma. Su bondad y su ingenuidad la convierten en víctima propicia de sucesivos vividores que se aprovechan de ella, le roban y la golpean. A pesar de sus fracasos, recobra la esperanza una y otra vez. (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2008
120 de 141 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé qué tienen algunos directores italianos, que van y me plantan delante algunas de las más inconmensurables maravillas que sólo unos cuantos tocados por la gracia son capaces de ofrecer.
Fellini, tan admirado como vilipendiado, supo escribir en las páginas de lo sublime con letras de oro, con ese pulso de lo que trasciende las fronteras de lo simplemente extraordinario para remontarse hacia lo que va más allá de todo lo hermoso que el ser humano pueda crear.
Algo tan inmenso me ha transmitido este drama, que nunca tendré palabras suficientes para hacerle honor. Personalmente, encumbro a Giuletta Masina en la que es una de las más sobrecogedoras interpretaciones femeninas desde que la primera actriz de cine actuó en una película, hace más de un siglo. No son muchas las actrices que han logrado sobrepasar todo lo imaginable en mi escala de emociones, pero sin duda, Masina se ha ganado, con pleno mérito, uno de los puestos más elevados. Fellini, al que sólo por una película como ésta califico como un verdadero gigante del séptimo arte, mostró su gran genio no sólo para dirigir, sino para elegir a los actores idóneos, y su buena mano para guiarlos a través de unas interpretaciones que en alguna ocasión dieron lo mejor y más insuperable. Segura estoy de que el mismo Fellini se extasió ante las dotes de Masina, y le dio alas para fundirse con su papel de un modo en que pocas veces se ve. No conozco las circunstancias del rodaje de "Las noches de Cabiria", pero estoy convencida de que el insigne genio italiano cifró en ella muchas esperanzas y su gran creatividad. Giulietta Masina, su esposa en la vida real y su único gran amor, rindió a su más ferviente admirador, quien permanecería a su lado para siempre.
No me cabe duda de que Fellini era un hombre agraciado con una sensibilidad más allá de lo corriente, porque de lo contrario, no habría sido capaz de regalarme algo tan bello.
Cuando él murió, Masina le siguió al poco tiempo. Tanto le amaba, que no pudo soportar seguir viviendo sin él a su lado. Y creo que comprendo la razón.
"Las noches de Cabiria" es una genuina obra de arte en la que lo penoso va de la mano con un lirismo desgarrador. Cabiria es una chica de los arrabales de Roma, como tantas otras que se prostituyen para sobrevivir. Desde el principio, ella nos roba el corazón porque derrama una luz que nada puede apagar. Vapuleada, llevada de un lado a otro, engañada y abandonada como un perro, ella es la prueba viviente de la dureza de esta vida intoxicada y corrompida. Dan ganas de gritar contra tanta maldad. Y ahí está ella que, de alguna manera, representa la esperanza en sí misma. Porque ese corazón tan grande que tiene, tan pisoteado, nos devuelve la certeza de que todavía quedan cosas buenas en esta cruel existencia.
Fellini, tan admirado como vilipendiado, supo escribir en las páginas de lo sublime con letras de oro, con ese pulso de lo que trasciende las fronteras de lo simplemente extraordinario para remontarse hacia lo que va más allá de todo lo hermoso que el ser humano pueda crear.
Algo tan inmenso me ha transmitido este drama, que nunca tendré palabras suficientes para hacerle honor. Personalmente, encumbro a Giuletta Masina en la que es una de las más sobrecogedoras interpretaciones femeninas desde que la primera actriz de cine actuó en una película, hace más de un siglo. No son muchas las actrices que han logrado sobrepasar todo lo imaginable en mi escala de emociones, pero sin duda, Masina se ha ganado, con pleno mérito, uno de los puestos más elevados. Fellini, al que sólo por una película como ésta califico como un verdadero gigante del séptimo arte, mostró su gran genio no sólo para dirigir, sino para elegir a los actores idóneos, y su buena mano para guiarlos a través de unas interpretaciones que en alguna ocasión dieron lo mejor y más insuperable. Segura estoy de que el mismo Fellini se extasió ante las dotes de Masina, y le dio alas para fundirse con su papel de un modo en que pocas veces se ve. No conozco las circunstancias del rodaje de "Las noches de Cabiria", pero estoy convencida de que el insigne genio italiano cifró en ella muchas esperanzas y su gran creatividad. Giulietta Masina, su esposa en la vida real y su único gran amor, rindió a su más ferviente admirador, quien permanecería a su lado para siempre.
No me cabe duda de que Fellini era un hombre agraciado con una sensibilidad más allá de lo corriente, porque de lo contrario, no habría sido capaz de regalarme algo tan bello.
Cuando él murió, Masina le siguió al poco tiempo. Tanto le amaba, que no pudo soportar seguir viviendo sin él a su lado. Y creo que comprendo la razón.
"Las noches de Cabiria" es una genuina obra de arte en la que lo penoso va de la mano con un lirismo desgarrador. Cabiria es una chica de los arrabales de Roma, como tantas otras que se prostituyen para sobrevivir. Desde el principio, ella nos roba el corazón porque derrama una luz que nada puede apagar. Vapuleada, llevada de un lado a otro, engañada y abandonada como un perro, ella es la prueba viviente de la dureza de esta vida intoxicada y corrompida. Dan ganas de gritar contra tanta maldad. Y ahí está ella que, de alguna manera, representa la esperanza en sí misma. Porque ese corazón tan grande que tiene, tan pisoteado, nos devuelve la certeza de que todavía quedan cosas buenas en esta cruel existencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ese corazón pleno de un amor que casi nadie sabe valorar, del que casi todos se aprovechan, es algo que mueve este cruel y loco mundo. Me hace descubrir que, en medio de tantas penurias, existe el milagro. Cabiria es un milagro en sí misma.
Ella sueña con algo mejor que esos arrabales en los que vive, sueña con encontrar a alguien que aprecie todo lo bueno que hay en su alma herida pero nunca aplastada.
Con escenas en las que el triste realismo predominante se alterna en ocasiones con momentos poéticos y tocados por una magia frágil, la cámara va deslumbrando imperceptiblemente.
Esas noches antológicas de deambular por la ciudad, destacando en especial el número de ilusionismo del mago... Aquella escena me incomodó y me conmovió como pocas. O el simple hecho de observar las reacciones en el rostro de Cabiria, quien pese a ser una chica ignorante y sencilla, posee una tierna delicadeza y un ansia de disfrutar de los momentos bonitos de la que carecen muchas personas que se las dan de entendidas.
Un drama hiriente y hechizante que no se conforma con circular por los caminos del simple verismo y la denuncia, sino que lo que pretende es que sintamos como Cabiria, que nos identifiquemos con ella y percibamos su sufrimiento y toda la magia que ella sabe captar de cada momento, aunque sea una magia ficticia y poco duradera. Sus ganas de vivir y su alegría innata se contagian.
Qué decir de la música de Nino Rota, que le toma bien el pulso a la trama. Y de ese guión sublime y conducido a las alturas gracias al buen hacer de Fellini y a la actuación estelar de Masina.
Ninguna pega puedo ponerle a una de las películas más emocionantes que he visto.
Ella sueña con algo mejor que esos arrabales en los que vive, sueña con encontrar a alguien que aprecie todo lo bueno que hay en su alma herida pero nunca aplastada.
Con escenas en las que el triste realismo predominante se alterna en ocasiones con momentos poéticos y tocados por una magia frágil, la cámara va deslumbrando imperceptiblemente.
Esas noches antológicas de deambular por la ciudad, destacando en especial el número de ilusionismo del mago... Aquella escena me incomodó y me conmovió como pocas. O el simple hecho de observar las reacciones en el rostro de Cabiria, quien pese a ser una chica ignorante y sencilla, posee una tierna delicadeza y un ansia de disfrutar de los momentos bonitos de la que carecen muchas personas que se las dan de entendidas.
Un drama hiriente y hechizante que no se conforma con circular por los caminos del simple verismo y la denuncia, sino que lo que pretende es que sintamos como Cabiria, que nos identifiquemos con ella y percibamos su sufrimiento y toda la magia que ella sabe captar de cada momento, aunque sea una magia ficticia y poco duradera. Sus ganas de vivir y su alegría innata se contagian.
Qué decir de la música de Nino Rota, que le toma bien el pulso a la trama. Y de ese guión sublime y conducido a las alturas gracias al buen hacer de Fellini y a la actuación estelar de Masina.
Ninguna pega puedo ponerle a una de las películas más emocionantes que he visto.