Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
9
Drama En los estudios de Cinecittà, el director Alessandro Blasetti está haciendo un casting para seleccionar a la niña que actuará en su nueva película. Entre las madres que han llevado a sus hijas está Maddalena Cecconi, una mujer de barrio que sueña con ver a su hija en el Olimpo de las grandes estrellas. Contra la voluntad de su marido, Maddalena no repara en medios para conseguir su objetivo: inscribe a María en un curso de baile y ... [+]
11 de septiembre de 2010
34 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi escala personal, hay tres gigantes italianas de la interpretación: Anna Magnani, Giulietta Masina y Sofía Loren. Las tres traspasan una línea divisoria a partir de la cual la simple categoría de “estrella” se queda corta. Me sabe a poco colocarlas ahí, porque ellas merecen más. Tres actrices capaces de hechizar y noquear al público con su inagotable talento que surge de sus raíces como mujeres de bandera, nunca serán lo bastante laureadas. Dos de ellas no precisaron ser guapas para meterse en el bolsillo al respetable: Magnani y Masina. En cuanto a Loren, es cierto que su turbadora belleza podría haber bastado para abrirle las puertas, pero es que ella siempre ha sido mucho más que su preciosa cara y su cuerpo turgente.
Federico Fellini comentó de Magnani: “Ella es Roma”. La filmó para una fugaz aparición en “Roma” (1972), poco antes del fallecimiento de una de las mayores figuras del cine italiano y mundial. En efecto, Magnani esparce un aura de mujer del pueblo llano, vulgarmente atractiva, de formas rotundas, de facciones que acusan sin disimulos las fatigas de las donnas italianas que faenan como bestias de labor. Habitan en apartamentos cochambrosos en construcciones viejas con montones de otros apartamentos y una legión de vecinos bulliciosos, pendencieros y cotillas, niños gamberretes, y callejas descuidadas que no deben de haber visto a un empleado del Ayuntamiento desde la fundación de la ilustre urbe allá por los tiempos de Rómulo y Remo.
Magnani carga sobre sus generosos hombros ese aire a barrio desaliñado y gritón donde todo el mundo se abre paso a discusiones y empujones, burbujeante de emociones vivas, donde la escasa alegría tan duramente ganada se pregona y la ira y la pena, que son las que más abundan, se liberan ignorando los dictados de la contención. Un oleaje bravo en el que el habitante romano promedio se desenvuelve con la soltura de un pez acostumbrado a pasarlas canutas.
En ese oleaje Maddalena Cecconi es una madre como otros millones de madres que dan su alma y su sangre por sus hijos. Tiene un fuego en sus ojos que arde como un incendio. Una mamma fiera y decidida, una leona de garras gastadas pero combativas que mueve montañas para que su pequeñina María no acabe como ella, como otra hormiga del deslomado vulgo romano. Al lado de la casa de Maddalena hay un cine al aire libre y ella siente la picazón de que su María tenga una oportunidad de ser más que otra matrona estropeada por el trabajo duro, las privaciones, las peleas con el marido y con el vecindario, y las amarguras. Si la nena pudiera tener una profesión digna, que le reportara independencia y comodidades, no tendría que depender de ningún hombre, no tendría que ajarse prematuramente, y haría realidad esos sueños de libertad y aventura que la gran mayoría de las mortales no se pueden permitir.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow