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Voto de Vivoleyendo:
6
Drama. Comedia Hernán tiene 24 años y un precario trabajo de mensajero. Desde que su familia emigró a España huyendo de la crisis por la que atraviesa Argentina, vive solo en su casa familiar, ahora vacía y llena de recuerdos. Está enamorado de Patricia (Pato), una empleada de una estación de servicio que está buscando hospedaje. Hernán se ofrece a alquilarle una habitación de su propia casa. Al poco tiempo de convivencia comienza una relación amorosa ... [+]
30 de marzo de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine social como el presente tiene la virtud de sacarte una socarrona sonrisa de reconocimiento, de identificación con las circunstancias que suceden en su metraje. Pueden estar pasando en tu casa, en la de tu vecino, en la de un familiar, amigo o conocido. Relatos de los que te ponen el vello de punta, de los que te vuelven los intestinos del revés y con los que te rechinan los dientes de rabia.
Nadie está exento de que le pase. Y, si pasa, lo mejor es hacerse a la idea de que nos han atado de pies y manos y llevarlo lo mejor que se pueda, hasta que la pesadilla concluya. O se pueden perder los papeles y cometer una barbaridad, que es lo que nos estaría pidiendo el cuerpo.
Hasta dónde llegará nuestro careto de bobos y nuestra ingenuidad, para que nos la metan doblada y bien doblada.
Ésta es una biliosa historia sobre pardillos y sobre parásitos. Sobre gente bienintencionada que acaba hasta los huevos por culpa de caraduras aprovechados.
Todo empieza, cómo no, por lo idiotas que somos porque llega una carita linda, se nos alegra la pajarita, le ofrecemos una mano y nos acaban cogiendo, con toda la poca vergüenza posible, no ya el brazo, sino las pelotas y todo lo que puedan agarrar. Será que en esta asquerosa vida no se puede ir de confiado, que en los ojos más bonitos y en la risita más dulce puede estar la pécora más rastrera, que te endosa sus marrones, cayendo más bajo que los que van adosados a ella, porque ni siquiera tiene la decencia de cortar con ese repulsivo medio de existencia. Más culpable que nadie, porque su cobardía la convierte en cómplice y en ejecutora, y no hace nada por evitarlo.
Adopta la figura de alguien modesto, sencillo, atractivo, que consigue engatusar a la víctima con su aire de inocencia. Y, aunque en el fondo no sea una mala persona y denigre todo lo que de antemano sabe que va a ocurrir, acaba por caer, en la estima del incauto y de quienes observan sus maniobras, hacia el escalón más bajo, hacia el fango de un desprecio que deja un regusto a algo repugnante.
Somos una raza de sinvergüenzas que joden a quienes no hacen daño a nadie. No importa la condición social. Los jetas los hay hasta debajo de las piedras.
No se debe ir de tonto por la vida.
Ni de demasiado listo.
Vivoleyendo
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