No me cabe duda de que esta película será bien valorada por los llamados "cinéfilos". Quienes por tales se tienen, tienden a rechazar la comedia, como género menor, salvo que ésta pueda ser considerada "clásica", de Billy Wilder o similares. Ello nos ha llevado a un momento en que la producción de comedia de calidad es mal vista y, en consecuencia, casi inexistente. Lo que de verdad "se lleva" y "se valora" es el cine de personajes retorcidos, descontentos con la vida, negativistas y amargados. Se diría que muchos críticos se ven a sí mismos reconocidos en estos personajes, lo que se confirma simplemente leyendo su trabajo crítico diario.

Esta película es un depliegue de personajes amargados, quién sabe por qué, que coinciden en un momento determinado de su insulsa existencia. Suponemos que el profesor pedante está amargado por la muerte de su esposa, pero cabe preguntarse si antes de ese hecho no era ya un sujeto pedante y amargado, dado que ya por entonces se molestaba poco en conocer a sus alumnos y les criticaba sus trabajos con inquina y desprecio. Su hija parece traer a cuestas la amargura desde el útero materno y la despliega pincelada de envidia, resentimiento y rechazo social. El hijo sublima su amargura en la escritura poética, pero no pierde ocasión de vomitarla en cualquier situación de enfrentamiento con su hermana y su padre. El hermano tarambana del profesor pedante controla precariamente la amargura de su fracaso, pero ello es sólo consecuencia de que, en la convivencia con los otros amargados, la comparación le hace parecer lúcido, optimista y hasta inteligente. La médica no está menos amargada, pero duele pensar en su futuro, una vez que se sienta incluida en ese pastel amargo de la nueva familia en la que se va a integrar.

Los "cinéfilos" encontrarán muchas connivencias con el aburridísimo cine de los hermanos Coen, con su insufrible "El gran Lebowski" o con la estúpida " No es país para viejos", ese "maravilloso cine" que tanto les satisface.

En consecuencia, si el título de la película fuera "Embittered people" su contenido estaría mejor definido, no llevaría a engaño al espectador y no le obligaría a perder hora y media de su vida soportando amarguras ajenas. Y muchos críticos, en activo o frustrados, podrían sentirse como en casa, enfangados en ese piélago de rencor, resentimiento, frustración y asco.

¿Volverá algún día la comedia norteamericana?