Ésta es un película sobre vampiros distinta.
Diferente por varias razones:
+ una porque no aplica todas las leyes que siempre rigen el mito ya que varias se omiten y otras directamente están cambiadas. Aquí no hay ajo, ni cruces, ni estacas en el corazón, ni espejos... Aquí temen a la luz y a unas ramas de espino.
+ otra porque es un filme que si bien sigue una investigación de asesinato con muchos elementos paranormales dando vuelta donde el vampirismo es el más destacado, el filme nos depara siempre sorpresas hasta llegar a un giro narrativo en el desenlace que nos deja con la boca abierta. Ello es sin dudas uno de los principales méritos del filme.
Pero además la cinta goza de una excepcional atmósfera gótica y lúgubre, donde la ambientación es un protagonista más de la cinta y genera mucha inquietud para atrapar.
Si bien la historia tiene altas dosis intriga y ratos de fantasía donde se contraponen en todo momento la investigación científica versus la superchería, las escenografías son lo que más sugieren el misterio y lo que hacen de esta obra una cinta sumamente atractiva desde lo estético y visual.
Además está muy bien conseguida desde los vestuarios, desde los arreglos interiores de la casona y el castillo repletos de habitaciones donde el misterio y el miedo se escurren como una sombra acechadora.
De a ratos la cinta se torna impactante por los rasgos expresionistas en el maquillaje y vestuario de algunos personajes, donde la palidez y el aire mortuorio incitan y absorben en intensidad.
También hay tiempo para algunos trucajes interesantes desde los efectos especiales para acompañar una historia sobre vampiros bastante original que nos depara algunas sorpresas al final que ensalzan y mucho la calidad del filme.
Muy buenas impresiones me ha causado esta escueta cinta de terror-suspense de apenas 58 minutos de metraje, tanto es así que ya forma parte de mi selecta elección de grandes títulos de horror de todos los tiempos.