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Voto de pablo garcia del pino:
8
Aventuras. Drama Finales del siglo XIX, suceden los hechos siendo la Reina de Inglaterra Emperatriz de la India. Kim, es un chico inglés muy astuto que ha crecido como indio. Traba amistad con un Lama convirtiéndose en su chela, así él buscará sus orígenes y el lama su Río de la vida. Es también al mismo tiempo un gran amigo de Mahbub Alí (Errol Flynn), un tratante de caballos que es también un contacto del Ejército colonial inglés. Acompañando al lama ... [+]
23 de diciembre de 2007
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las aventuras colonialistas de Mr. Rudyard Kipling siempre dejaron en sus fervorosos lectores cierto sabor inofensivo, porque, él mismo, creo yo, no sabía cómo rematar los llamados "lazos afectivos" (que nunca existieron) entre ingleses e hindúes (y para muestra el botón más magistral: "Pasaje a la India"- que no era de Mr. K., sino de E. M. Forster. Obviando el tristísimo papel que todo conquistador ejerce sobre sus colonias-, este "Kim de la India" de Victor Saville nos resulta, visto hoy, y como es de cajón, más entrañable que veraz. Pero alguien dijo que la aventura supera a la mentira, o por lo menos la justifica.
Las patrióticas hazañas historicidas (racismo y militarismo incluído), tenían, pues, todos los ases para deslumbrar nuestros ojos infantiles en la vistosa, falsa, casi legendaria, y, ¿por qué no?, casi mística (por ahí anda el lama tibetano a la búsqueda de su fabuloso río de la flecha) irrealidad de un colonialismo, siempre nefasto, pero que contribuía a recargar de atmósfera de leyenda las necesidades de la imagen, provenientes o no de la literatura. "Kim de la India" fue un sendero de luz cargado de falsas pistas y extrañas obsesiones para aquel público infantil que se agolpaba en los anfiteatros de nuestros entrañables cines de barrio, y que no sabía de la misa la media. ¡Dichosa MGM! Visto así, a mí -que todavía me siento niño-, como a tantos otros, nos sobran razones para seguir emocionándonos cinematográficamente con este sencillo, armónico e inolvidable film.
Cine en suma y carne de aventuras imposibles. Tampoco podemos pasar del mito: ¡ay! aquel irrecuperable Dean Stockwell boy, saltando por las atractivas azoteas de Lahore, poniéndonos los dientes así de largos en sus exóticas andanzas entre espías hindúes femeninas "made in Hollywood", "amigo de todo el mundo" y "go-between" del Mahbub Alí, el afgán de barba roja, encarnado por un Errol Flynn de fábula; y el insólito Lama creado por Paul Lukas, iluminado soñador del mito budista, siempre a la búsqueda desesperada del sentido de la vida y de la muerte, capaz de domeñar cobras ante la mirada asombrada y devota de Kim; las magias intrigantes y con su puntito de terror de Lurgan Sahib, el vitriólico y ojisaltón Arnold Moss; los complots y espionajes de un Imperio Inglés que se negaba a admitir que su caudillaje se tambaleaba, y la bien integrada maldad, que parecía arrancada de "Las mil y una noches" del Emissary, impagable gordinflas que fue Thomás Gómez.
¡Cuánta ciencia ficción, que escasa denuncia al uso y abuso del colonialismo inglés, pero qué toque y retoque costumbrista, casi humanista, de este inenarrable "Kim de la India" que nos hacía lanzar gritos como el de los hermanos Marx: "¡más madera!... en aquellas no menos exóticas tardes de cine!... Pues, sí, "Kim" es un clásico, malgré tout, curioso, lujoso, y hasta morboso. ¡Qué tiempos aquellos ...! Y es que los chicos de hoy ya no son los mismos.
pablo garcia del pino
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