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Voto de pablo garcia del pino:
10
Comedia Josefina y Antonio han alcanzado un delicado equilibrio económico después de contraer matrimonio. El sueldo de abogado de él, y el que gana ella en el hospital, les permite sobrevivir y fantasear con algún capricho. La situación se complica al recibir la noticia de que Josefina espera un hijo. Anticipándose a la debacle que puede suponer el tener un "niño que se lo come todo, incluso la comida", Josefina le imparte al bebé que todavía ... [+]
19 de noviembre de 2007
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando Fernán Gómez es capaz de convertir en relatos de lujo cualquier retrato de una clase media de época (en este caso, la de nuestra posguerra española, que, bien diseccionada a fondo, olía a estercolero). Claro que, como cada posguerra tiene, por así decirlo, sus temporadas, y toma sus sustancias de tantas calenturas bélicas como las que han expresado el sentir hondo, repugnante y brutal de la plebe masculina que tanto ha gustado "fabulear" con estas incumbencias guerreras a lo largo de los siglos que nos han precedido, ninguna etapa postbélica (allá por donde encalabrinara las acciones de tanto energúmeno militarista como los que siempre han corrido por ahí), ha dejado de gulusmear en las basuras. Nuestro Fernando prefiere, no obstante, extraer la profunda ternura que aún alienta (obviando la opresión que el poder franquista ejerce todavía a través de un tiempo que es mejor olvidar) sobre el ciudadano de a pie, y como él (siempre genial) no va de alma en pena por esos mundillos de Dios, nos ofrece uno de los mejores retratos de aquella época hostil, y a su humor satírico (que la censura, por fortuna, no parece advertir) une una profunda reflexión sobre la difícil situación del ciudadano vulgar y normalillo, o de las familias corrientes que vivaquean como pueden a la sombra, siempre nefasta, de toda dictadura, pero sin alarmas excesivas o el inquietante desarrollo que alcanzaría cualquier relato velados por los alcanforados visillos de una España que parecía eternamente marginada por su nauseabunda posguerra. Las tragedias cotidianas de la subsistencia se entremezclan con la sana inteligencia que Fernán Gómez derrocha. Alrededor de su figura y de la inolvidable y exquisita, aparte de divertidísima, Analía Gadé, (sin olvidar a todo un plantel de espléndidos secundarios), los usos y costumbres cotidianos del pueblo convierten este film en una comedia deliciosa. Y a propósito de la secuencia cumbre de la película, en la que la personalísima idiosincrasia un tanto alocada de Fernán Gómez, eje central de su ordenada subordinación burlesca, es diseccionada por sus allegados (padres y suegros), no puedo por menos que resaltarla como insuperable, maravillosa y tan, pero tan cómica, que no se le habría ocurrido ni al mismísimo Billy Wilder. ¡No es un drama social, es un "dramita" de clases y con clase! Es un gozo imprescindible. De visión obligada.
pablo garcia del pino
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