Fernando Fernán Gómez fue un tipo brillante, complejo y con una personalidad excesivamente fuerte, hasta el punto que dejaría de aparecer en los teatros porque no le gustaba que la gente lo mirase mientras trabajaba. Sin embargo, esa fobia social y alguna salida de tono con la prensa no impide que estemos hablando de uno de los tipos más estupendos que nunca se han dedicado al séptimo arte en nuestro país.

Carlos Larrañaga interpreta con acierto un personaje que parece escrito a su medida, un rico y acomodado burgués que es el típico hombre de familia impecable, que de vez en cuando tiene a su amante para después seguir con su fachada inalterable de respetable empresario. Pero, un día, al recoger a una muchacha en apuros (Beatriz Rico), se inicia su verdadero descenso a los infiernos...

Como bien señalan las críticas precedentes en esta página, el género es contradictorio, hay momentos de comedia negra, otros de suspense e incluso terror, con giros rocambolescos y situaciones muy hiperbólicas. Los secundarios son muy buenos, destacando a luminarias tales como Manuel Alexandre o el propio Fernán-Gómez.

Pese a ello, su contradictorio argumento no parece bien unido al final, da la sensación de que hemos estado ante una situación contradictoria, una pesadilla... pero que no se explica con la suficiente claridad.

Interesante ejercicio de ensayo, pero no llega a apuntar.