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Voto de Fui Kruegerface:
4
Acción Un hombre acabado, al borde del suicidio, llega a la ciudad de Inferno, donde en un esfuerzo por recuperar todo aquello que le ha sido arrebatado, recobrará su fuerza y su espíritu. Allí se dará cuenta de que, por más que intente evitarlo, no le quedará más remedio que enfrentarse a los villanos para defender a sus habitantes, a pesar de que en un principio no son para él más que un puñado de desconocidos. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2012
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empiezo un breve zapping antes de irme a dormir. Veo que hacen "Van Damme's Inferno" en TNT. Mi cita con el maestro del séptimo arte es ineludible. ¿Quién dijo TCM Autor? Inmediatamente pongo el canal. No quiero perderme ni un segundo: cada minuto cuenta e incluso vale por dos. La película empieza. Un nerviosismo que hacía tiempo que no experimentaba me recorre todo el cuerpo. El título "Inferno" nos lo está diciendo abiertamente: esto va a ser un festival. Sé además que Avildsen está detrás de las cámaras, que Pat Morita está delante de ellas y que sale Jaime Pressly, que no está muy buena, sino buenísima. Esto ya es la leche.

Vemos a un Van Damme imperial a lomos de una moto, que se estropea y lo deja tirado en medio del desierto. La solución es sacar la botella de whisky y beber hasta olvidar el incidente. Esta es una película para machos que beben a palo seco. Van Damme parece desmayarse y hace su aparición Danny Trejo, amigo del primero que se erige en una especie de espíritu guía. Van Damme se nos muestra como un hombre consumido por sus pecados y que tiene la intención de hacer "su último viaje". Entonces, aparecen unos matones de tres al cuarto y le pegan una paliza a nuestro héroe, robándole la moto que le quería regalar a su amigo Trejo, pero tienen la desgracia de no acabar bien el trabajo. No saben lo que acaban de hacer. Van Damme tiene un objetivo: recuperar su moto. Y yo ya no pienso que esto sea la leche. Esto, en realidad, es ESPECTACULAR.

En el pueblo en el que se instala Van Damme para trazar su plan la mayoría de los personajes son realmente pintorescos y las actuaciones de los intérpretes son totalmente patéticas. Hasta Pat Morita parece un pato mareado con exceso de alucinógenos. Los comentarios tontamente jocosos y las bromas lamentables se suceden una tras otra, demostrando un sentido del humor cercano a la gilipollez más absoluta. Los diálogos sin trasfondo y el lenguaje escatológico se repiten en una espiral que provoca la mayor de las carcajadas. Y yo ya no pienso que esto sea espectacular. Esto, en realidad, es LA POLLA.

Los grandes momentos se suceden y te comen las neuronas: esta obra de arte está tan alejada de nuestra comprensión que ni con toda nuestra capacidad intelectual podríamos descifrar sus intenciones. El flechazo de Van Damme con Gabrielle Fitzpatrick o el momento porno de nuestro tipo duro nos quieren decir algo: esto lo vas a recordar toda tu vida. Para cuando te quieres dar cuenta ya nada importa. Tu nota ya está condicionada subjetivamente, porque sabes que aunque quieras guardar las formas y le pongas un 4, en tu corazón tiene reservado un 10. El final místico que propone esta pieza inolvidable te hace cambiar tus convicciones personales y provoca el descubrimiento de que hay un Dios en este mundo que no es el que todos pensábamos. La película se convierte en leyenda y me voy a dormir con una sonrisa en los labios y la sensación de que no puede pasar nada malo: mi salvador es Van Damme.
Fui Kruegerface
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