Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Voto de Servadac:
7
Drama Nelly y Paul son una pareja feliz. Mientras él dirige el bonito hotel que acaba de comprar en el campo, a orillas de un lago, ella cuida del hijo de ambos. Pero, como Nelly es muy guapa y atrae a todos los clientes del hotel, Paul, dominado por unos celos incontrolados y obsesivos, llega a creer que su mujer se acuesta con todo el mundo. (FILMAFFINITY)
22 de noviembre de 2014
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Una película es como una pirámide. Al principio, puedes ir despacio pero, a medida que avanza, no es posible mantener el mismo nivel de lentitud.” (Lynch on Lynch, de Chris Rodley).

Lo que Lynch viene a decirnos es que la estructura rítmica de una película, ha de ser piramidal. Pausada en su base y más acelerada cuanto más se acerca el fin del recorrido. Este sencillo símil, que evoca el ritmo (tiempo) mediante un edificio (espacio), me ha de servir para expresar cuál considero que es el principal –y casi único– defecto de ‘El infierno’ de Chabrol.

El planteamiento rítmico es, desde el inicio, apresurado. Chabrol despacha el encuentro, la boda y la paternidad de Nelly y Paul Prieur con una serie frenética de breves pinceladas; se muestra ansioso por llegar al quid de la cuestión. Genera una tensión malsana e inquietante. Emmanuelle Béart está maravillosa: carnal, ingenua y explosiva. François Cluzet actúa con solvencia. La historia no da tregua y, sin embargo, la pirámide no acaba de afinarse.

Noto un desfase entre el desarrollo argumental y el ritmo cinematográfico del viaje desquiciado de Prieur. O, por decirlo de otro modo, mientras el personaje se hunde más y más en las arenas movedizas de sus celos, no siento un mismo impacto visual y de montaje; no siento ese crescendo plenamente. El problema de empezar con un 'prestissimo' es que resulta complicado sostener (y percibir) aumentos de velocidad. Por ahí, en su último tercio, la cinta descarrila.

Cluzet acaba menos poseído que sobreactuado. Nos deja de importar el devenir de la pareja. Lo vemos todo con humor (una de las bazas recurrentes de Chabrol es la sonrisa juguetona que advertimos, para bien, en su manera de hacer cine), pero sin pánico.

El espíritu de lo bufo siempre ronda el alma del celoso; aunque a Chabrol, en este caso, le pediría yo una dosis extra de veneno.
Servadac
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow