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Voto de VictorRodrigo:
7
Drama Película sobre la masacre del 3 de Marzo de 1976 en Vitoria-Gasteiz. Cinco trabajadores murieron a manos de la policía durante el desalojo de una asamblea en la iglesia del barrio de Zaramaga, en el contexto de una larga huelga. (FILMAFFINITY)
29 de abril de 2019
37 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Campanades a morts fan un crit per la guerra dels tres fills que han perdut, les tres campanes negres". Esta canción de Lluis Llach homenajea los obreros asesinados por las balas, las porras y los golpes del Estado represor que cometió una masacre en 1976 en Vitoria. En una España donde las mejillas de los franquistas aún estaban llenas de lágrimas por la muerte del dictador, el País Vasco hervía para preparar una huelga general obrera. Bajo estas premisas arranca "Vitoria, 3 de marzo", la primera película de Victor Cabaco y co-protagonizada por Amaia Aberasturi y Mikel Iglesias, el único actor catalán.

La película se presenta como un thriller y no como un documental. Sin embargo, la cinta nos regala una diversidad de imágenes reales de la época y uno de los puntos clave que visten la trama: las grabaciones policiales de las cargas en Vitoria aquel 3 de marzo. Cabaco presenta un conjunto de personajes corales que visten una ficción que va cogiendo un ritmo vertiginoso hasta emular lo más real y verídico: 4.000 trabajadores celebran una asamblea en la iglesia de San Francisco de Asís en el País Vasco y son asaltados por la policía española.

El mensaje es dual y muy claro: conciencia política y recuperación de la memoria histórica. La cámara baja hasta los ojos de los dos jóvenes coprotagonistas para dar una nueva y fresca visión a las películas de la Transición. Ya no es un relato hecho por y para los viejos señores de gafas de pasta y cigarro pegado a los dedos. Cabaco y sus actores buscan vertebrar un relato a partir de todos los personajes y no sólo con los dos jóvenes. Esta coralidad enriquece la historia, que al presentar una ficción y no un documental, la dramatización es mucho más necesaria. Sin embargo, al principio falta un ritmo algo más elevado. Como una piedra bajando por una pendiente, la trama rueda hasta coger un ritmo vertiginoso. Y desemboca en un final sensacional.

El clímax de "Vitoria, 3 de marzo" está tan bien logrado que el espectador permanecerá con un mal cuerpo durante un buen rato. La película es un grito de denuncia y un puñetazo sobre la mesa. Se reclama que se vuelva a poner la masacre de Vitoria sobre esta mesa, exigiendo un perdón que nunca pidió a nadie por las cinco muertes y más de 150 heridos. Este espíritu traspasa por todos los rincones de la película, que tiene una clara intención de respetar los hechos y no dramatizar en exceso las escenas de las cargas.

Los jóvenes que vean la película podrán empatizar con los papeles de Aberasturi y Iglesias, los dos polos opuestos de una conciencia política. Ella, joven, políticamente virgen, va adquiriendo una conciencia obrera, social y política a través del metraje. Él, desarrollado en mil batallas sociales y políticas a pesar de su juventud, verá cómo llegar hasta el final puede tener consecuencias. Los dos actores firman una interpretación sólida y muy creíble, aunque en ciertos momentos la juventud se hace patente en ciertas escenas que no terminan de convencer.

"Vitoria, 3 de marzo" es necesaria. Es obligada. Es frustrante porque han hecho falta 43 años para hacer una película como ésta. La sangre que salpicó las calles de la capital vasca no la limpió nadie. Los golpes de porra, la violencia policial y una represión aberrante no pidió perdón nadie. La justicia argentina hace años que pide la extradición de los ministros franquistas Martín Villa y Osorio para rendir cuentas. La ciudad exige, pide responsabilidades. Y esta película, por fin, podrá llevar a todo el Estado y en diversas partes del mundo, la historia de un histórico 3 de marzo.
VictorRodrigo
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