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Voto de Especialista Mike:
7
6,8
10.685
Drama. Terror. Intriga
Narra las secuelas que sufre un soldado que participó en la guerra de Vietnam. El cartero neoyorkino Jacob Singer intenta evitar que los jirones de su vida terminen de deshilacharse. Lo acosan incesantes flashbacks de su primer matrimonio, de su hijo muerto y de su periodo de servicio en Vietnam. En su nueva esposa busca un asidero hacia la lucidez, pero la línea entre la realidad y el delirio se hace cada vez más delgada.
24 de junio de 2010
87 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
A través de recursos cinematográficos usados con imaginación, “La escalera de Jacob” explota cierta simbología cristiana pero sin abusar de ella tanto como para estar ante una apología, pero sí lo justo para contar una auténtica historia de redención.
El montaje se muestra eficaz. Con sencillos plano-contraplanos describe completamente el estado alucinado de Jacob (Tim Robbins). Por ejemplo, planos de los “destellos” de la guerra vietnamita, mostrando helicópteros desde una posición postrada, se engarzan al contraplano cenital de Jacob sumergido en la bañera de hielo en su piso de Brooklin.
Especial mención merece el personaje de Louis el quiropráctico (Danny Aiello). “Pareces un querubín”, le dice Jacob. Su clínica inundada de luz dorada aparece como el único remanso de tregua para Jacob. Su arte tiene tintes de ser una sanación del alma a través del cuerpo. Hasta tal punto que obra el milagro del paralítico: luego de su heroico rescate del hospital lo hace andar y exclama “Aleluya”.
También hay que contraponer su arte a la medicina “moderna” del hospital (sucio y siniestro). Véase la atención que el director presta al instrumental médico que hace recordar a Louis la hoguera inquisitorial (planos detalle de agujas, tijeras, correas y artilugios metálicos para sujetar pacientes, termómetros, bombas de presión, etc.). En el fondo, la ciencia médica no se diferencia a los experimentos toxicológicos del ejército. No sólo comparten el mismo método científico. Más bien son aquí umbrales del infierno. Precisamente el tenebroso “descenso” se da en el hospital, camino a la sala de radiografías. La referencia erudita al Maestro Eckhart (filósofo alemán del Medioevo) no es gratuita: la experiencia mística del filósofo (contrapuesta aquí a la racionalidad moderna) es capaz de revelar el doble significado de las alucinaciones de Jacob y su posible salvación.
En esta línea se pueden interpretar los “demonios” de Jacob que “liberan” su alma: su novia Jezzie (Elizabeth Peña) incinerando sus fotos y el siniestro Papá Noel robando la única foto de su hijo muerto.
El título del film y su final se explican (...)
PARA VER MI INTERPRETACIÓN DEL TÍTULO Y DEL FINAL, VER SPOILER
El montaje se muestra eficaz. Con sencillos plano-contraplanos describe completamente el estado alucinado de Jacob (Tim Robbins). Por ejemplo, planos de los “destellos” de la guerra vietnamita, mostrando helicópteros desde una posición postrada, se engarzan al contraplano cenital de Jacob sumergido en la bañera de hielo en su piso de Brooklin.
Especial mención merece el personaje de Louis el quiropráctico (Danny Aiello). “Pareces un querubín”, le dice Jacob. Su clínica inundada de luz dorada aparece como el único remanso de tregua para Jacob. Su arte tiene tintes de ser una sanación del alma a través del cuerpo. Hasta tal punto que obra el milagro del paralítico: luego de su heroico rescate del hospital lo hace andar y exclama “Aleluya”.
También hay que contraponer su arte a la medicina “moderna” del hospital (sucio y siniestro). Véase la atención que el director presta al instrumental médico que hace recordar a Louis la hoguera inquisitorial (planos detalle de agujas, tijeras, correas y artilugios metálicos para sujetar pacientes, termómetros, bombas de presión, etc.). En el fondo, la ciencia médica no se diferencia a los experimentos toxicológicos del ejército. No sólo comparten el mismo método científico. Más bien son aquí umbrales del infierno. Precisamente el tenebroso “descenso” se da en el hospital, camino a la sala de radiografías. La referencia erudita al Maestro Eckhart (filósofo alemán del Medioevo) no es gratuita: la experiencia mística del filósofo (contrapuesta aquí a la racionalidad moderna) es capaz de revelar el doble significado de las alucinaciones de Jacob y su posible salvación.
En esta línea se pueden interpretar los “demonios” de Jacob que “liberan” su alma: su novia Jezzie (Elizabeth Peña) incinerando sus fotos y el siniestro Papá Noel robando la única foto de su hijo muerto.
El título del film y su final se explican (...)
PARA VER MI INTERPRETACIÓN DEL TÍTULO Y DEL FINAL, VER SPOILER
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es fácil caer en la cuenta de que el título del film no sólo hace referencia a la causa de la “enfermedad” sufrida por Jacob, sino también al sueño del personaje bíblico del mismo nombre en el que ve una escalera flanqueada por ángeles elevándose hacia el Cielo. Efectivamente, la escena final del film en el que se reencuentra con su particular ángel Gabriel (su hijo muerto, intencionalmente llamado Gabe/Macaulay Culkin) alude al símbolo bíblico y da a entender su redención final.
Por esto último me chirría la secuencia final en el hospital militar, que al pretender dar una vuelta de tuerca que hace recordar a “El sexto sentido” o “Los otros” más bien da la sensación de hacer un giro tramposo que intenta “explicar” la historia sin necesidad. Es más, resulta incoherente. Si al final todo era un sueño (conspiración del ejército incluido), ¿para qué se toma la molestia el director de añadir un epílogo (que no viene a cuento en la historia) sobre las acusaciones al ejército de drogar a sus soldados?
Algunos espectadores recuerdan con esta película a "Los otros" o a "El maquinista". A mí me vino a la cabeza "Shutter Island" de Scorsese.
Por esto último me chirría la secuencia final en el hospital militar, que al pretender dar una vuelta de tuerca que hace recordar a “El sexto sentido” o “Los otros” más bien da la sensación de hacer un giro tramposo que intenta “explicar” la historia sin necesidad. Es más, resulta incoherente. Si al final todo era un sueño (conspiración del ejército incluido), ¿para qué se toma la molestia el director de añadir un epílogo (que no viene a cuento en la historia) sobre las acusaciones al ejército de drogar a sus soldados?
Algunos espectadores recuerdan con esta película a "Los otros" o a "El maquinista". A mí me vino a la cabeza "Shutter Island" de Scorsese.