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España España · Pamplona
Voto de Telefunken:
10
Drama Un hombre, Alekséi, habla con su esposa sobre su situación actual y los motivos por los que se han distanciado. La película es una evocación continua de recuerdos y sentimientos del propio Tarkovsky que viajan en diferentes tiempos sin orden aparente: la relación con su madre, su infancia,...que se mezclan con material fílmico de noticiario sobre la Guerra civil española, la Segunda guerra mundial y el enfrentamiento entre la URSS y ... [+]
18 de octubre de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ‘Esculpir en el tiempo’, Tarkovsky citaba varios fragmentos de la correspondencia que había mantenido con espectadores. Habla en el libro:

‘Un poquito de esperanza se deducía de otro tipo de comunicaciones por escrito que también eran un testimonio de la incomprensión más absoluta de mi trabajo, pero que por lo menos dejaban entrever el deseo sincero de entender lo que habían visto en la pantalla. Espectadores de este tipo me escribían cosas como: «Estoy convencido de que no seré ni el primero ni el último que en su incapacidad de comprender se dirija a usted pidiendo ayuda para poder entender algo su ‘El espejo’. Cada uno de los episodios está lleno de belleza; sí, pero, ¿cómo fundirlos en una unidad?»’

Que es como preguntar por la manera de dotarlos de sentido, que es a la vez una pregunta con la que creo que nos sentimos identificados casi todos los que hemos visto alguna vez películas de este señor. Algo así te dije yo, amigo, no sé si te acuerdas, cuando viste ‘Stalker’; cruzamos impresiones, y yo confesaba que sí, que la belleza de sus películas era indiscutible (más de lienzo que de lente), pero que el sentido y las ideas se me escapaban; tú respuesta: belleza y sentido no tienen por qué estar separados (quiero creer que fue así).

Todo esto para cagarme en estas perras divisiones, las que proclaman ‘El espejo’ como otra película bella pero de imposible comprensión. Divisiones, a fin de cuentas, que las generaciones han ido heredando, más aún en los confines europeos, en los que la razón primero quiso conquistar la naturaleza, luego al hombre y luego al arte; más aún en estos confines que confinaron al cine en una celda multicolor en la que todo tenía sentido, la resolución narrativa siendo lo mismo que cerrar un libro y escuchar el ‘psch’ de las hojas que chocan, ‘ya está todo claro no hay más que hablar’. Dentro de estos confines, el visionado de ‘El espejo’ puede conducir a una primera tentativa: poblar con conceptos y esquemas lo que uno siente como un vacío de sentido, o sea, curar una carie con puñetazos en la mandíbula.

Probablemente el de Tarkovsky sea el cine más antiintelectual en nuestro fumado congreso celestial de cineastas intelectuales. Probablemente la teoría deba dejar paso a la disposición del que mira, a su talento contemplativo, que en verdad tampoco es talento, sino solo saber encontrar el momento de la semana en el que uno necesita dejarse llevar por un impulso mayor, pero sintiéndose todavía con las energías y fuerzas suficientes como para concentrar todo su ser en una palabra, en una nota, en un plano, hasta que el racord sea tan completo que uno se sienta dentro, parte de.
Telefunken
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