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España España · ciudadano del mundo (palencia)
Voto de kafka:
5
Drama Entre 1599 y 1611, Próspero, ex duque de Milán, es desterrado con su hija Miranda a una isla muy alejada de Europa por su hermano Antonio y el aliado de éste, Alonso, actual Rey de Nápoles. Pero, cuando Miranda y el hijo de su principal adversario se enamoran, se le presenta la oportunidad de vengarse de todos sus enemigos. (FILMAFFINITY)
3 de diciembre de 2006
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A la luz (o vistos los propósitos de Greenaway: a la oscuridad y lo tétrico) de "La tempestad" de Shakespeare, hace el cineasta británico la que hasta la fecha -y es que sus delirios de imaginería no conocen parangón en el cine actual- es el culmen de su estilo cinematográfico: desprecio absoluto por un argumento sostenido y sostenible; supremacía de la imagen sobre el argumento, dotando a esa imagen de una superpoblación de objetos, apoyos y coartadas culturales, personajes y elementos accesorios, pero aquí claves, cinematográficos -los decorados, el color, la fotografía, la dirección artística, el montaje...-; valor de la puesta en escena, que resulta combinativa de fuentes, estilos y artes (teatro, cine, arquitectura, pintura...).
El resultado, aquí, no es solo ya una libérrima adaptación/apropiación indebida del original shakesperiano, sino un film barroquísimo, agobiante y desaforado, que cansa y se autorecrea en sus creencias. Es la culminación del excéntrico, totalitario y particularísimo -es un climax de los "ísimos"- concepto que del cine tiene Greenaway. El británico combina el arte de la imprenta, la Literatura, la Arquitectura, el Ballet, la Ópera, el Teatro... El problema es que de lo que menos hay en "Prospero´s book" es de cine. No sé si tan siquiera ésta es una película propiamente dicha, pero tampoco es una genialidad inclasificable, o un film alucinante o extraordinario, o una adaptación heterodoxa pero elogiable. Es, comprensiblemente, la película por la que puede ser odiado Greenaway, por la que sus muy numerosos críticos pueden sepultarle en su grandilocuente y autoral pedantería. Para mí, resulta un film -si así se le puede llamar- interesante -no sé si decirlo así tampoco-, que raras veces me fascina, que me supera y agobia, del que extraigo algún pasaje hermoso y en el que el actor shakesperiano John Gielgud parece recibir un autohomenaje del cineasta, pues no es solo el absoluto protagonista sino -otro capricho más- el doblador del resto de actores.
Un tipo odioso, este Greenaway, no es de extrañar.
kafka
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